Por más que llamemos residuos a los restos de comida, a las latas de bebidas usadas, a ese objeto de plástico que dura 10 vidas humanas o a tantas y tantas cosas que desechamos a diario, en el fondo no son otra cosa que recursos desaprovechados. Si los viésemos como esos recursos que son, nos enfrentaríamos a su gestión desde una perspectiva diametralmente opuesta.



Sin embargo, seguimos a diario tirando miles de toneladas de “residuos” a vertederos o llevándolos a incinerar. Según los datos que publica Eurostat casi el 70% de nuestros residuos terminaron así. Un estudio elaborado para Retorna puso de manifiesto que hasta el 70% del contenedor de “resto” (donde solo tendría que ir la materia orgánica y la fracción no reciclable) está compuesto por envases que no volverán al ciclo productivo.

Y todo ello tiene consecuencias, que son claramente visibles en el lamentable estado de nuestros vertederos. Tan escandalosa es la situación que la Comisión Europea ha llevado el caso al Tribunal de Luxemburgo. El alto tribunal investiga por qué 31 vertederos españoles no cumplen los estándares europeos. Es decir, no sólo seguimos tirando materias primas que nuestro país necesita, sino que además lo hacemos mal.

El Comisario de Medio Ambiente ha considerado que ya se le ha dado bastantes oportunidades de enmienda a España, y que es hora de actuar, por eso el caso ha llegado hasta el tribunal europeo. Pero ocurre lo mismo con los objetivos europeos de prevención, reutilización y reciclaje que España tampoco cumple. Según los estudios de la iniciativa Retorna implantar un sistema de depósitos (SDDR) para los envases, la recuperación de la materia orgánica o la prohibición del empleo de productos de un solo uso (como las bolsas de uno solo uso), son algunas de las medidas que deberán tomarse y que darían solución al problema.

El objetivo comunitario es que no se tire nada que sea recuperable; el nuestro es que no se fabrique y se ponga a la venta nada que no sea recuperable o reciclable. De cualquier forma, las cifras actuales deberán al menos, invertirse, hacia un 70% de recuperación y menos del 30% acabando enterrado. Y seguir aspirando a lograr una política de residuo cero. Sin embargo, con nuestra actual legislación de residuos, este cambio es absolutamente imposible.

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