La pesca industrial tiene pocas caras y banderas. Solo unos pocos 'peces gordos' que acaparan las pesquerías y las ponen en riesgo. Pero con la pesca sostenible hay muchas caras, banderas e idiomas. De España, de Europa y de lugares tan lejanos como Kiribati.

Pescadores tradicionales en Kiribati / Foto: Christian Aslund

Buscar Kiribati en un mapa no es fácil. Es un archipiélago de 33 pequeñas islas y atolones en mitad del Pacífico rodeadas por una gran masa de agua. De hecho, tiene una de las Zonas Económicas Exclusivas (aguas que pertenecen al país para su explotación) más grandes del mundo. Por eso, no es de extrañar que sea un país de marineros y pescadores. Ni tampoco que su gran tesoro se encuentre bajo sus aguas.

Las aguas que rodean a Kiribati son el hogar de una de las pesquerías de atún más productivas del mundo. Más de 250.000 toneladas de atún se capturan aquí cada año, aunque no por los pescadores locales. En sus aguas faenan tanto los barcos más pequeños del mundo como algunos de los más grandes, incluidos super cerqueros con bandera española como el Albatún Tres. Casi todo el atún es capturado por barcos extranjeros.

Sin embargo, el pescado es vital para Kiribati. Significa ingresos, empleo y, lo más importante, seguridad alimentaria. Supone un tercio de la dieta y proporciona casi toda la proteína. Y a medida que los arrecifes son menos ricos, esta dieta depende cada vez más de peces pelágicos como el atún.

Los pescadores llevan pescando de la misma manera desde hace décadas. Salen diariamente tres pescadores en pequeños barcos de madera en busca del atún, con la tierra a la vista para no acabar perdidos en el océano. No tienen GPS, ni radar, ni radio… Se guían por la naturaleza, como se han transmitido de padres a hijos. Pero ahora las capturas han disminuido y las barcas vuelven en muchas ocasiones vacías.

Monster boats pescando en las aguas de Kiribati.

En el horizonte, no muy lejos, se ven los otros grandes buques cerqueros, auténticos Monster boats. Tienen satélites, radar, FAD (dispositivos agregadores de peces) y grandes redes para capturar los atunes. Son enormes máquinas de pesca. No hay competencia. Estos grandes buques capturan 4.000 veces más atún en un día que cualquiera de los barcos artesanales. Y ese atún, que ha nadado por aguas de Kiribati, se recorre medio mundo para acabar en las latas de países como España.

¿Porqué les merece la pena a estos Monster boats recorrer tanta distancia? El negocio del atún es muy lucrativo. En los últimos dos años el valor del atún capturado en Kiribati fue de más de 2.000 millones de dólares, pero solo una parte de esta enorme cifra quedó en estas islas.

El acuerdo que la UE firmó con Kiribati y que permite a nuestros barcos pescar en estas aguas da poco a las personas que tienen derecho a este recurso tan vital. Más importante aún, socava los intentos regionales de los países insulares del Pacífico para gestionar de forma conjunta sus recursos de atún para el futuro y para obtener un rendimiento justo.

La UE debe eliminar su sobrecapacidad. No más Monster boats, ni en Kiribati ni en ningún sitio. Apoya la pesca sostenible

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