“Ahora es el momento de resistir. En las próximas horas, días, meses y años tendremos que actuar para proteger nuestros valores. Es lo que estoy haciendo hoy. Mientras escribo esto, estoy a punto de unirme a otros seis activistas de Greenpeace para colgar una gran pancarta de resistencia, donde Trump y su administración negacionista no puedan ignorarla. Y si estás leyendo esto, significa que tuvimos éxito”.
Karen Topakian, activista y presidenta de Greenpeace Estados Unidos, fue una de las siete personas que se subieron a una grúa de más de 80 metros de altura junto a la Casa Blanca. Tan solo cinco días después de la toma de posesión del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desplegaron una gran pancarta con una sola palabra: RESIST (RESISTE en inglés). Resistir contra “su negación del cambio climático, el racismo, la misoginia, la homofobia y la intolerancia”.
Los peores presagios de organizaciones de derechos humanos, sociales y ambientalistas, parecen ir haciéndose realidad en un tiempo récord. En menos de tres meses, el flamante nuevo presidente del país más poderoso del mundo ha aprobado leyes anticonstitucionales y tomado decisiones que ponen en serio peligro el medio ambiente, la lucha contra el cambio climático y la paz.
Las decisiones tomadas hasta ahora dejan clara una agenda pro-combustibles fósiles, que busca el beneficio para un grupo de multimillonarios frente al interés general y una preocupante política de la Casa Blanca donde la negación del cambio climático es el posicionamiento predominante.
Cuando no llevaba ni una semana en el cargo, Trump ya dio luz verde a la construcción de los dos polémicos oleoductos de Dakota y Keystone XL, que habían sido paralizados por Obama tras la gran resistencia de las poblaciones indígenas originarias de la zona y de numerosas organizaciones ambientalistas, entre ellas Greenpeace.
Lobos al cuidado de las ovejas
“Haré recortes en la Agencia de Protección Ambiental (EPA) porque es ridícula, cada día sacan nuevas normas. El medio ambiente está bien, lo que no puedes destruir es el negocio”. Dicho y hecho, Trump nombró a Scott Pruitt, negacionista y aliado de la industria de los combustibles fósiles, como máximo responsable de la EPA.
De este modo, Trump puso a cargo de la EPA al hombre que la demandó en 14 ocasiones y que batalló contra un histórico plan federal para potenciar las energías renovables que catalogó como: “ un intento ilegal de cerrar las centrales de carbón y con el tiempo otras fuentes de electricidad a partir de combustibles fósiles”.
Poco tiempo después, se conocía otro controvertido nombramiento: Rex Tillerson (ex presidente de la petrolera Exxon) como Secretario de Estado. En un claro caso de puertas giratorias, Trump ha dejado en manos las relaciones internacionales estadounidenses en manos de un hombre que, a lo largo de su carrera, ha hecho todo lo posible para silenciar las iniciativas globales que buscan responsabilizar legalmente a las compañías de los combustibles fósiles por agravar los efectos del cambio climático. Si antes Exxon estaba muy cerca del Gobierno, ahora es el Gobierno.
La afirmación de Tillerson “mi filosofía es hacer dinero, y si para ello tengo que perforar, eso es lo que voy a hacer”, hace temer seriamente por el acuerdo entre Estados Unidos y Canadá que suspende las prospecciones petrolíferas en el Ártico de estos dos países.
Profileración armamentística y temor por el acuerdo de París
Durante la campaña, Trump dejó clara sus intenciones de aumentar la capacidad nuclear de EE. UU. para asegurar que su país está a la “cabeza de la manada”. Una afirmación especialmente preocupante si se tiene en cuenta que Estados Unidos ya gasta más dinero en arsenal nuclear que el resto de países juntos y que hace temer que resucite el fantasma de una nueva carrera armamentística.
Otra cuestión que ha despertado todas las alarmas ha sido su último y más reciente anuncio (hasta la fecha) de que aumentará en 54.000 millones de dólares el gasto de defensa, el mayor rearme en los últimos 15 años. Además del evidente riesgo bélico a escala planetaria, la pregunta que surgió en seguida fue: “¿Y de dónde van a salir tantos millones? Y ante la respuesta de la Casa Blanca de que procederán de otros departamentos de la Administración, todo apunta a que uno de los mayores tijeretazos será para la Agencia de Protección del Medio Ambiente.
En este escenario, se plantean muchas dudas sobre cómo EEUU lidiará con el Acuerdo de París contra el cambio climático, impulsado a finales de 2015 por Naciones Unidas y firmado de manera no-vinculante por la Administración Obama.
Ante este nuevo escenario mundial, Greenpeace (y el resto de organizaciones de la sociedad civil) anuncian su determinación de resistir. Muestran y mostrarán su rechazo a todas las políticas que van en contra de los derechos humanos, el medio ambiente y la paz, en las calles. En las redes sociales, a 80 metros de altura, donde sea necesario.
Tal y como explicaba Topiakan: “Tenemos mucho trabajo por delante, pero vamos a trabajar más duro que nunca. Cuando Trump intente debilitar el Acuerdo Climático de París, vamos a resistir. Cuando intente acelerar los peligrosos proyectos de combustibles, estaremos de pie con las comunidades de primera línea para detenerlo. Y si Trump y el Congreso tratan de hacernos daño, a nuestros vecinos, o al futuro de nuestros hijos, vamos a resistir”.
“Grandes” frases de Trump sobre el cambio climático
Son tantas las ocasiones en las que Trump ha negado el cambio climático (y atacado a aquellos que luchan contra él), que es casi imposible hacer una recopilación completa. Pero estos ejemplos son muy ilustrativos de la visión del nuevo presidente de EE. UU sobre uno de los mayores problemas del planeta.
“El concepto de calentamiento global fue creado por y para los chinos, para que la industria estadounidense no sea competitiva”.
“Esta costosa mierda del calentamiento global tiene que parar. Nuestro planeta se está congelando, bajó a temperaturas récord, y nuestros científicos del calentamiento global están atrapados en el hielo”.
“Dame aire limpio, hermoso y sano, no el mismo cambio climático (calentamiento global) de mierda. Estoy cansado de oír esta tontería”
“Una tormenta de nieve viaja de Texas, a Tennessee. Yo estoy en Los Ángeles y tengo muchísimo frío. El calentamiento global es una total, y muy cara, estafa”.
“Cualquier evento de la naturaleza es utilizado por los estafadores del calentamiento global, para justificar impuestos más altos y salvar al planeta”.
Puentes, no muros
Greenpeace se unió a las masivas manifestaciones de todo el mundo que, coincidiendo con la investidura de Trump, pedían la creación de puentes, no muros (bridges not walls, en inglés) para mostrar su rechazo a los discursos políticos que dividen y ponen en peligro el medio ambiente.
Activistas de la organización desplegaron su mensaje en más de 20 países, entre ellos España, donde se llevaron a cabo concentraciones en una veintena de puentes como los del río Manzanares en Madrid, el de las Artes en Valencia o el de Triana en Sevilla.
Texto Marta San Román