Magazine / marzo 2017

Un nuevo tesoro amenazado

© Zig Koch / Natureza Brasileira

Junto al río Amazonas, justo donde se une con el océano Atlántico, se ha descubierto recientemente un nuevo arrecife que abarca 9.500 kilómetros cuadrados, el equivalente a 15 veces la ciudad de Madrid. Corales, esponjas, algas calcáreas y peces como el atún, componen este nuevo ecosistema marino amenazado ahora por las prospecciones petrolíferas en la zona.

Esta zona es el hábitat del manatí del Caribe, la tortuga terecay y la nutria gigante

El barco de Greenpeace Esperanza se desplazó a Brasil y obtuvo las primeras imágenes de los corales en una expedición en la zona. El equipo utilizó un submarino especial con capacidad para dos personas con el que consiguió descender a más de 200 metros de profundidad. “Este arrecife es importante por varias razones: se trata de un sistema único en cuanto al uso y la disponibilidad de luz y a las condiciones fisicoquímicas del agua, tiene un gran potencial para albergar nuevas especies y también es importante para la economía de las comunidades pesqueras locales”, ha declarado Nils Asp, investigador de la Universidad Federal de Pará (Brasil).

Mientras los expertos han comenzado a estudiar el arrecife y sus implicaciones, las empresas petrolíferas Total y BP ya están planeando explorar la zona en busca de petróleo. Se estima que las reservas son aproximadamente de 15.000 a 20.000 millones de barriles. “Debemos defender el arrecife y toda la región de la boca de la cuenca del  Amazonas de la avaricia de las empresas que anteponen los beneficios económicos al medio ambiente y a las personas. Una de las zonas que podría explorar la petrolera Total se encuentra a tan solo ocho kilómetros del arrecife, y el proceso de autorización ambiental ya se ha iniciado”, ha declarado Elvira Jiménez, responsable de Océanos de Greenpeace.

“Tras ratificar el acuerdo de Brasil, su Gobierno debe mostrar que su lucha contra el cambio climático es firme, y dejar los combustibles fósiles de esta zona bajo el lecho marino”, ha añadido Jiménez.

Las perforaciones petrolíferas en esta región supondrán una amenaza constante de vertido. El Parque Nacional del Cabo Naranja, el punto más al norte del estado brasileño de Amapá, aloja el ecosistema continuo de manglar más grande del mundo, y no existe ninguna tecnología disponible que pudiese limpiar un vertido si sucediera en una zona de estas características. El riesgo se incrementa por la presencia de fuertes corrientes y el sedimento que transporta el río Amazonas. Hasta el momento se han perforado 95 pozos, de los cuales se han abandonado 27 como resultado de incidencias mecánicas y el resto debido a la ausencia de gas o petróleo cuya extracción sea económica o técnicamente viable.

La boca del Amazonas es el hábitat del manatí del Caribe, la tortuga terecay y la nutria gigante, una especie en peligro de extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). También es el hogar de poblaciones pesqueras locales y de 80 comunidades indígenas Quilombola que dependen de los recursos de esta zona para su actividad económica.

Texto Cristina Castro