Magazine / septiembre 2016

Junto a los guardianes de la selva en el poblado Sawré Muybu

© Greenpeace/ Iván Solbes

Junto a los guardianes de la selva en el poblado Sawré Muybu

El calor insoportable y el sol intenso abrasan nuestras blancas pieles, el aire nos golpea en la cara mientras un guardián de la selva nos lleva hasta su poblado. Estamos en el Amazonas brasileño, navegando el río Tapajós, el llamado por los Mundurukús río de la vida, que se abre inmenso ante nuestro ojos, con sus pequeñas islas de tierra que parecen playas paradisíacas. Bravo conduce el bote sin miedo evitando los rápidos y surcando el agua con una destreza increíble, este es su territorio y el de sus antepasados y el de los 12.000 indígenas que habitan este lugar tan alejado de la civilización.

Mientras navegamos, la selva bordea las lindes del río, grandes extensiones de árboles inmensos, enormes, hasta donde nos llega la vista…y surcando la selva podemos ver algunos pequeños poblados de adobe y paja, casitas, ropa tendida y familias que hablan a la sombra de sus hogares. Estamos llegando al poblado Sawré Muybu, donde viven unas 100 familias mundurukús desde hace varios siglos.

Dejamos las barcas, cogemos nuestras mochilas, seguramente mucho más grandes de lo que era estrictamente necesario y empezamos el ascenso a pie hasta el poblado, una cuesta empinada de más de 200 metros que nos deja sin resuello. A nuestro lado Bravo, y otros conductores de botes, suben ligeros sin sentir ni el calor ni el ascenso. El poblado Sawré Muybu se ha acondicionado para que periodistas y miembros de Greenpeace de todos los países del mundo podamos estar allí, convivir con los Mundurukús y gritar al mundo su lucha para que no se construya la presa de San Luís de Tapajós que inundaría todo su territorio. Así que a las construcciones en las que viven los mundurukús se han construído (con los mismo materiales) otras grandes cabañas de paja y troncos donde se cocina, se duerme colgados en hamacas e incluso una pequeña oficina de trabajo que es solo practicable a las horas de menos sol y humedad.

La vida en el poblado Sawré Muybu es sencilla, un desayuno simple da comienzo al día, los equipos se reparten cada noche y por la mañana todo el mundo sabe cuál es su misión y qué tiene que hacer. Un equipo grande, formado por voluntarios de Greenpeace y mundurukús salen a primera hora para demarcar el territorio, sujetan grandes planchas donde se puede leer Territorio Mundurukú, que van colocando estratégicamente en todas las zonas que son históricamente suyas. Después sale el equipo de demarcación que está haciendo un gran mapa de todo el territorio destacando los lugares importantes para los mundurukús; los ríos, las zonas de caza, los lugares sagrados, siglos de convivencia en armonía con la naturaleza.
A estos dos grupos fijos se unen los equipos de paneles solares, que están haciendo talleres en otras aldeas para enseñar a los mundurukús las ventajas de la energía solar, e instalar paneles solares en algunas aldeas. Algunas mujeres del poblado se han apuntado al curso de audiovisual que organizamos en el campamento, así que van con las cámaras de vídeo grabando y documentando imágenes de su vida cotidiana. Los niños corretean y juegan por todas partes, para ellos somos muy divertidos y les damos mucha risa con nuestras caras llenas de crema blanca, las gorras de ala ancha y las camisas que transpiran al estilo explorador. El equipo de campañas de Greenpeace siempre tiene alguna reunión con los jefes de las tribus para trabajar sobre la estrategia política para salvar el Tapajós de las represas. Iván Solbes, el ilustrador que me acompaña, y yo, que soy responsable de redes sociales de Greenpeace en España, tenemos nuestra propia agenda y como misión fundamental conocer las historias de algunos mundurukús que puedan contarnos cómo viven y qué piden al gobierno brasileño para conservar tu territorio.

Entrevistas a los Mundurukús

Las entrevistas son complicadas, ellos hablan en su lengua madre, nos traducen al brasileño y de ahí al inglés para no perdernos ningún detalle. Nuestra primera entrevista es con Felicia, la partera de nuestro poblado, parece bastante mayor, pero seguramente no llegue a los 60 años. No sabe la edad que tiene y no es educado preguntarle. Tiene 8 hijos y 6 nietos y cada día recoge mandioca, hace harina, cocina para su familia, cultiva y cuida de los niños. Mientras, los hombres salen a cazar y a pescar y cierran así el ciclo sencillo de la armonía en la que viven. “Si la presa se construye no sabemos dónde nos llevarán, estas son las tierras de mis antepasados, aquí sabemos vivir, no sabemos hacer otra cosa. Quiero que mis nietos crezcan aquí”, dice Felicia.

Piu-Piu es otro de los mundurukús que pudimos entrevistar, junto a Bravo, nuestro barquero y también guerrero de la tribu. Con sus historias y las charlas que mantenemos con ellos vamos entendiendo la rica cosmovisión de los mundurukús: sus tradiciones, sus ritos, su dios sagrado Kairosakaibo, y la forma de vida en estas tierras que son suyas ancestralmente. Con Bravo nos introducimos en la selva e incluso intenta enseñarnos a usar su arco, imposible misión. Se sienten orgullosos de su origen y de su forma de vida y nos hablan con brillo en los ojos de sus tradiciones.

El campamento de Greenpeace en el poblado Sawré Muybu estuvo un mes instalado junto al río Tapajós. Durante este tiempo muy pocos tuvimos la suerte de poder ser testigos de la lucha de los mundurukús y su petición al Gobierno brasileño de no construir presas en su río sagrado. Fuimos pocos pero los suficientes para trasladar al mundo la lucha por un río sin represas que inundarían su territorio. La voz de los que estuvimos allí se unió al millón de personas en todo el mundo que firmasteis por esta causa. ¡Gracias!

El ilustrador Iván Solbes ha elaborado para Greenpeace ilustraciones de varias escenas en Tapajós con la tribu Mundurukú.

Un mes después de haber comenzado la aventura de montar un campamento en el poblado Sawré Muybu se cerraban sus puertas, como estaba previsto. Entonces todavía no sabíamos que la lucha acabaría en victoria. Pero pocas semanas después nos daría un vuelco el corazón al tener la notificación oficial de que, por fin, era seguro que no se construiría la presa de San Luís de Tapajós. El demonio de los mundurukús quedó vencido y la habitabilidad de sus tierras asegurada.

¡Sawe! (significa “que así sea” en Mundurukú)

Nadia González
Digital Manager
@nadianit