Este pueblo indígena amazónico, formado por 13.000 personas, apoyado por instituciones, científicos y organizaciones, entre ellas Greenpeace, ha plantado cara al Gobierno de Brasil y a las grandes multinacionales promotoras del gigantesco proyecto hidroeléctrico de São Luis de Tapajós, como General Electric, Siemens, Mapfre e Iberdrola, entre otras. Durante más de una década se han opuesto a esta ambiciosa obra, que inundaría un área de selva equivalente a la ciudad de Nueva York, en una zona calificada como una de las regiones con más diversidad del mundo.
Además de las consecuencias directas de destrucción del entorno del río y del modo de vida de sus habitantes, las presas también tiene efectos mucho más allá de la cuenca del Tapajós y del propio Amazonas. También los “pariwat”, como denominan los Mundurukú a los no indígenas, se verán afectados. “Sabemos que somos solo del tamaño de un grano de arena, pero (los pueblos indígenas) significamos una gran diferencia. El aire que respiras viene de la Amazonía. El agua que bebes viene de aquí. Así, matándonos a nosotros estás matando a la naturaleza y, por lo tanto, a vosotros mismos”, explica Jairo Saw, uno de los líderes de la comunidad.
Asimismo, estas grandes presas provocan una considerable cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero, tal y como recogía Greenpeace en su informe “Hacer negocio con el Amazonas”. Estos destructivos proyectos no son tampoco la solución al suministro energético del país, los cálculos de Greenpeace muestran que la mejor alternativa es una combinación de energía eólica, solar y biomasa.
Los próximos meses serán decisivos para salvar el río Tapajós y a sus guardianes
Pasos importantes pero no definitivos
A lo largo de los años, el pueblo Munduruku ha adaptado su resistencia a los nuevos tiempos. A pesar de ser una cultura milenaria, han integrado y aprovechado las nuevas tecnologías. Conocedores de la importancia de la comunicación y la imagen, han aprendido a grabar con móviles, a usar las redes sociales, etc.
Y ha sido precisamente el aprovechamiento de estas tecnologías lo que recientemente les ha proporcionado su primera victoria, aunque no la única. Mediante la utilización de modernos GPS comenzaron a autodemarcar su territorio. La buena noticia llegó a finales de abril cuando la Funai (Fundación Internacional del Indio) aconsejó el reconocimiento oficial del territorio que habían marcado como tierras tradicionales Mundurukú. Este es un paso fundamental, puesto que la Constitución brasileña prohíbe completamente el traslado obligatorio de comunidades indígenas fuera de sus tierras excepto en casos de epidemia o de guerra.
Pero este no ha sido el único avance, el Instituto brasileño de Medio Ambiente (Ibama) anunció que suspendía la licencia medioambiental para Sao Luiz de Tapajós por la “inviabilidad del proyecto debido al factor indígena”.
“Son buenas noticias pero la victoria completa está todavía por llegar. El proyecto aún no se ha cancelado, se ha suspendido temporalmente. Además, existen más proyectos, hasta 40 presas, a lo largo de este río”, explica Miguel Ángel Soto, de Greenpeace.
En un plazo de 90 días (desde finales de abril), el Ministerio de Justicia debe tomar una decisión final. La configuración del gabinete del nuevo presidente Michel Temer, con el denominado rey de la soja y uno de los mayores destructores de la Amazonia, Blairo Maggi, como su ministro de Agricultura, hacen pensar que se pueda revocar esta suspensión.
Por el momento, el futuro de los Mundurukú y el resto de habitantes de la cuenca del Tapajós es incierto. Los próximos meses serán decisivos. Es el momento de continuar presionando, de evitar que se mire hacia otro lado. Es posible salvar el río Tapajós y a sus guardianes, los Mundurukú. Ahora, más que nunca, es necesaria la movilización internacional, la presión a aquellos que quieren beneficios a costa de la destrucción. Es el momento de recordar las palabras de Jairo Jaw: “¿Va a permitir el mundo este genocidio que causará impactos irreversibles para toda la humanidad? Es la vida en la Tierra la que está en peligro, por ello estamos dispuestos a seguir luchando, por la defensa de nuestros bosques y nuestros ríos, por el bien de toda la humanidad . ¿Y tú? ¿Estás dispuesto a apoyar esta lucha?”.
Acciones de Greenpeace y los Mundurukú
Greenpeace se ha unido al pueblo Mundurukú en su lucha para proteger el río Tapajós, sus bosques y su gente. En los últimos meses han llevado a cabo actividades conjuntas. Entre ellas destaca el despliegue de una gran pancarta contra el proyecto hidroeléctrico en la cuenca del río y la presencia de varios líderes indígenas durante la la celebración de la reunión de General Electric en EE.UU.
Belo Monte, un error que no se debe repetir
Belo Monte es más que una megapresa, es el símbolo de la destrucción del Amazonas y de corrupción del país. Este megaproyecto, en la cuenca del río Xingú, ha destruido el entorno social y ambiental de una zona anteriormente rica en biodiversidad y cultura indígena. Ha provocando deforestación, emisiones de gases de efecto invernadero, enfermedades, inestabilidad social, actividades ilegales…
Belo Monte es una realidad, debemos evitar que este ejemplo se repita en otros lugares de la Amazonía.
Marta San Román
Responsable de Comunicación