Nunca se limpiará la piscina de petróleo de Siberia Occidental. Se mezclará con tierra y se sembrará con avena. Cuando pase un tiempo, una alfombra de avena de color verde esmeralda esconderá la marea negra y permitirá a las compañías petroleras afirmar que la tierra se ha recuperado. Pero cuando las raíces alcancen el petróleo, morirán, y el crudo volverá a salir a la superficie.
Rusia es el mayor productor de petróleo del mundo, más de la mitad de su presupuesto nacional procede del petróleo y del gas, a pesar de desperdiciar al menos el 1% de los 500 millones de toneladas de petróleo que produce anualmente. Según Greenpeace, Rusia pierde al año alrededor de cinco millones de toneladas de crudo por la rotura de numerosos oleoductos; es el país que más vertidos genera.
Un goteo constante,constante, constante
La mayoría de los ríos de Siberia y del Ártico ruso están contaminados por petróleo y productos petrolíferos. Cuando sus aguas llegan al océano Ártico esparcen al menos medio millón de toneladas de sustancias tóxicas.
Hay docenas de vertidos de distintos tamaños, nuevos y antiguos. Tienen una cosa en común: nadie los va a limpiar.
Debido a que muchas de las zonas rusas productoras de petróleo cuentan con oleoductos anticuados, el número de rupturas va en aumento. Las compañías petroleras casi nunca ofrecen cifras exactas pero las averiguaciones realizadas por Greenpeace indican que el número de roturas al año supera las 20.000.
En Rusia se vierte petróleo todos los días pero, dado que son vertidos pequeños, de menos de ocho toneladas, se clasifican como “incidentes”. Esto significa que bajo la ley rusa están exentos de pagar una multa medioambiental y, por tanto, las empresas petroleras no tienen mucha prisa en reemplazar o reparar los oleoductos corroídos.
Una infraestructura de más de 50 años es un problema cuando las condiciones climatológicas son duras, como por ejemplo cerca del Círculo Polar Ártico, donde las temperaturas se sitúan por debajo de los 40 grados centígrados en invierno.
La maldición del “oro negro”
Un equipo de Greenpeace descubrió un vertido de diez hectáreas a 80 kilómetros de la “ciudad petrolera” de Surgut en Siberia Occidental (los expertos calculan que se destruyen al menos 500 hectáreas de tierra por cada 100 km de oleoducto). Una fuente de petróleo negro y brillante que salía a chorros de un oleoducto roto. No es el único ejemplo. Hay docenas de vertidos de distintos tamaños, nuevos y antiguos. Tienen una cosa en común: nadie los va a limpiar.
Rosneft, la empresa petrolera estatal, es la encargada de explotar los yacimientos de petróleo locales. Junto con Gasprom se prepara para perforar el Ártico en busca de petróleo y asegura saber cómo actuar en caso de accidente. Sin embargo, la realidad parece contradecir dicha afirmación.
La marea negra del libro Guiness
La ruptura del oleoducto en el área de Usinsk en la República de Komi, en 1994, provocó una marea negra que figura en el Libro Guinness de los Records como el vertido terrestre de petróleo más grande de la historia. Al menos 100.000 toneladas de petróleo (hasta 350.000 según otras valoraciones) llegaron a los ríos Kolva, Usá y Pechora. Como consecuencia, la presencia de pescado blanco, salmón blanco siberiano y tímalo descendió significativamente en el río Kolva después de 1995. Se destruyeron alrededor de 100.000 hectáreas de tierra (más de 1,5 veces la ciudad de Madrid). Muchos asentamientos río abajo del Pechora y Kolva se vieron afectados. Los estudios muestran que tras 1994, el índice de enfermedades aumentó rápidamente entre los residentes del Kolva que tuvieron contacto directo con los productos petrolíferos liberados durante el desastre.
Coste social del petróleo
El petróleo tiene muchas caras. No se trata solo de un líquido pegajoso que corre por tuberías, o de depósitos y camiones gigantes. En otra de sus caras están niños que nunca han probado el agua pura, pescadores que han dejado de comer pescado porque huele a petróleo, pueblos indígenas que han perdido sus pastos, casas que se vienen abajo y un número creciente de problemas de salud.
El impacto social de la producción de petróleo sobre los grupos indígenas de Siberia y el norte y lejano oriente ruso es devastador ya que su modo de vida y economía dependen enormemente de la calidad del medio ambiente. Las comunidades indígenas, formadas por 250.000 personas, hoy en día dependen de la caza, del pastoreo de ciervos y de la pesca.
Ahora que los recursos petrolíferos en tierra disminuyen, las compañías ponen sus miras en el norte para buscar petróleo. En agosto de 2011, Exxon Mobil Corp. y la empresa rusa Rosneft anunciaron que habían llegado a un acuerdo para explorar los yacimientos petrolíferos marinos en el Ártico ruso. Las perforaciones en mar no parecen una solución positiva a los problemas petrolíferos, ya que las consecuencias de un vertido en las duras condiciones climatológicas del Ártico serán mucho más dramáticas y la probabilidad de poder llevar a cabo una limpieza es muy baja. Por otro lado, el desarrollo de nuevas tecnologías y fuentes de energía sostenibles a nivel medioambiental tendrán mayor efecto sobre la economía y ayudarán a poner fin a la dependencia del “oro negro”.