“Fíjate, los que se quejan van solos y en coches grandes”, repetía un agente de la Policía Municipal de Madrid cada vez que un conductor hacía sonar su claxon al pasar junto al grupo de activistas de Greenpeace que habían pintado sobre el asfalto de la calle Bravo Murillo lo que sería un modelo de movilidad urbana más sostenible, con prioridad para las personas y el transporte público. Cada año mueren en España 27.000 personas por la contaminación ambiental y el transporte causa el 10% de las emisiones de CO2, por lo que Greenpeace pide reducir en un tercio los desplazamientos urbanos e interurbanos hasta 2030.
Texto Conrado García