Magazine / diciembre 2016

Nadando en plásticos

© Troy Mayne / Oceanic Imagery Publications

Si Cervantes de niño hubiese podido beber un refresco y hubiera tirado el envase, hoy todavía veríamos sus restos. Si Colón hubiese perdido hilo de pescar, este aún seguiría flotando. Si a un pasajero del Titanic se le hubiera caído un mechero al mar, todavía continuaría ahí. Todos estos objetos tienen algo en común: el plástico. Un material que ha inundado nuestra vida, y nuestro planeta, que usamos y tiramos cada día y cuyas fatales consecuencias permanecen cientos de años.

En tan solo unas décadas, el plástico ha pasado a ser omnipresente en todo tipo de objetos y materiales por sus características y bajo precio. Está presente en envases de productos, en los propios ingredientes de cosméticos, en el textil de la ropa, en materiales de construcción y en multitud de utensilios y objetos. Y, al igual que su producción, el aumento de sus residuos se ha incrementado de forma dramática.

Botellas, brick, bolsas o envoltorios tienen una vida efímera pero una permanencia en el entorno de entre seis meses y más de 600 años. En el caso de las bolsas de plástico de un solo uso se estima que se usan de media apenas 12 minutos y que tardan más de 50 años en descomponerse.

Estos embalajes, en el mejor de los casos, terminan en un contenedor para ser reciclados. Aunque la gran mayoría de las veces no es así, ya que casi el 80% acaban en vertederos, incinerados o arrojados al medio ambiente.

Como consecuencia de una mala gestión de los residuos o de su abandono, unos ocho millones de toneladas de plásticos acaban en los mares y océanos anualmente, formando el 60-80% de la basura marina. Aunque se desconoce la cantidad exacta de plásticos en los mares, se estima que hay unos 5-50 billones de fragmentos (300.000 toneladas), sin incluir los trozos que hay en el fondo marino o en las playas. Es un problema global que está aumentando de forma alarmante.

La producción de plásticos se ha disparado en los últimos 50 años, y en especial en las últimas décadas. Se estima que en 2020 se usará un 900% más de plástico que en 1980. Parte de él termina en las vías fluviales y en los océanos.

El problema de la contaminación por plásticos se acrecienta todavía más en el caso de los océanos, ya que en este medio tarda aún más en degradarse. El 100% de esta contaminación proviene de la actividad humana, incluso las poblaciones alejadas de la costa contribuyen a incrementar la presencia de este material en el mar, donde llega a través de los sistemas de alcantarillado, depuradoras y cauces de los ríos. Debido a que es un elemento muy persistente y se dispersa fácilmente, podemos encontrar plásticos en todos los océanos del mundo, desde el Ártico hasta la Antártida.

“Los oćeanos se están convirtiendo en vertederos de plástico, que no paran de crecer cada año. Es una bomba de relojería tóxica, un problema a nivel planetario”, denunció Julio Barea, portavoz de Greenpeace, durante la presentación de la campaña de la organización Mejor Sin Plásticos.

Cuando tiramos un residuo al suelo o por el váter muchos acaban en los mares o ríos. Millones de toneladas llegan a los océanos dañando a los animales.
Cuando se degradan, los animales marinos los confunden con comida y al pescarlos corremos el riesgo de ingerirlos.

 

El plástico que no se ve y que podría llegar a nuestros platos

Desde hace mucho tiempo, se sabe que los objetos o trozos de plásticos dañan los ecosistemas marinos, como por ejemplo los corales y provocan enganches y asfixia en aves, tortugas y demás fauna. Además, el oleaje y la luz del sol hacen cada vez más pequeños estos fragmentos, lo que hace que puedan ser ingeridos por peces y demás especies marinas.
Estos pequeños fragmentos, más difíciles de detectar, son en los que la ciencia está poniendo el foco últimamente. Los denominados microplásticos (aquellos inferiores a 5 mm) pueden venir de la rotura de trozos grandes o haber sido fabricados directamente así, como es el caso de las microesferas presentes en algunos productos de higiene y limpieza (ver cuadro aparte).  

En el informe Plásticos en el pescado y marisco, la unidad científica internacional de Greenpeace analizó las evidencias de la presencia de plásticos en especies marinas y sus consecuencias. Estudios recientes han observado que los animales marinos están ingiriendo estos microplásticos, lo que está provocando bloqueos gastrointestinales y alteraciones en sus patrones de alimentación y reproducción. Pero no se queda ahí: hay evidencias de que se transfieren a lo largo de la cadena alimentaria. De este modo, tienen la capacidad de liberar y atraer sustancias químicas tóxicas.

“Más de 170 especies marinas ingieren plásticos. Los organismos filtradores, como el mejillón o la ostra, no tienen opción de evitarlos. Pero los peces o los crustáceos, que se alimentan de forma selectiva, ingieren estos microplásticos porque se asemejan a las huevas y los confunden o bien se alimentan de otros animales que previamente los han tomado”, explica Elvira Jiménez, responsable de Océanos de Greenpeace.

De este modo, se han encontrado plásticos en todos los niveles de la cadena alimentaria, incluso en grandes depredadores como el atún o el pez espada. Por lo que parece lógico pensar que al ingerir un marisco o un pescado con microplásticos se estará incorporando también a nuestro organismo. Aunque aún queda mucho por investigar y no se puede afirmar categóricamente que hay efectos en las personas, el riesgo existe, e incluso Naciones Unidas apunta a estas lagunas de conocimiento y a la necesidad de tener más datos.

Es necesario entender el problema y exigir a los políticos que tomen medidas como las que ya se están poniendo en marcha en otros países, tales como la implementación de sistemas correctos de reciclado y retorno de envases, la prohibición de las microesferas de plásticos y las bolsas de un solo uso y que apuesten la reutilización de la materia prima y nuevos materiales con menor impacto ambiental.

Pero no solo depende de gobiernos y empresas, cada uno de nosotros podemos incorporar cambios en nuestros hábitos para reducir la cantidad de plásticos que utilizamos. Gestos pequeños como llevar nuestras propias bolsas de tela (o carros o cestas), no usar pajitas o cubiertos de plásticos, cambiar los tápers y tarros de plástico por otros de cristal, tener botellas reutilizables, comprar a granel o evitar los cosméticos con microesferas... Y por, supuesto, reciclar. Pequeños gestos que suponen grandes diferencias, ¿te animas?

Microplásticos en cosméticos y detergentes

Microplásticos en cosméticos y detergentes

Exfoliantes, pastas de dientes y detergentes contienen pequeñas bolas de plástico (entre 130.000 y 2,8 millones en un bote) que llegan al mar a través del desagüe. Su tamaño tan reducido hace que no queden atrapadas por los filtros de las depuradoras. Se calcula que cada año, solo en Europa, llegan al medio marino 8.627 toneladas de plástico procedentes de las microesferas en los cosméticos.
Greenpeace elaboró un ranking de marcas según su utilización de este producto y constató su presencia en algunas tan importantes como Estée Lauder, Revlon o Loreal. Su prohibición ya es una realidad en países como EE. UU. y está en proceso en otros como Canadá, Dinamarca, Suecia, Reino Unido y Francia.

La contaminación por plásticos en cifras

•    8 millones de toneladas de basura llegan al año a mares y océanos (equivalente a 800 veces el peso de la Torre Eiffel).
•    Cada segundo más de 200 kilos de basura van a parar a los océanos.
•    Se estima que en los mares hay entre 5 y 50 billones de fragmentos de plástico, sin incluir los trozos que hay en el fondo marino o en las playas.
•    El 80% proviene de tierra.
•    El 70% queda en el fondo marino, el 15% en la columna de agua y el 15% en la superficie. Lo que vemos es solo la punta del iceberg.
•    Hay cinco islas de basura formadas en su gran mayoría por microplásticos, algo similar a una “sopa”: dos en el Pacífico, dos en el Atlántico, y una en el Índico.
•    Se estima que en 2020 el ritmo de producción de plásticos habrá aumentado un 900% con respecto a niveles de 1980 (más de 500 millones de toneladas anuales ). La mitad de este incremento se producirá tan solo en la última década.
•    Cada día se abandonan 30 millones de latas y botellas en España.
•    En España, el 50% de los plásticos que llega a los sistemas de gestión de residuos terminan en los vertederos sin ser reciclados.