La lucha comenzó hace más de tres años, cuando las autoridades aprobaron 214 concesiones para la extracción de carbón a cielo abierto en la zona donde se encuentra el bosque de Mahan, uno de los más densos y mejor conservados del centro de la India y del que viven directa o indirectamente 54 aldeas con más de 50.000 habitantes.
Más allá de escuchar a los ciudadanos, las autoridades comenzaron una campaña de represión contra los líderes del movimiento contrario a los proyectos mineros, que habría supuesto la tala de más de medio millón de árboles de un valor medioambiental incalculable.
Vecinos y vecinas de diferentes aldeas se coordinaron y con la ayuda de organizaciones como Greenpeace decidieron hacer frente a las autoridades y a las empresas y llevaron el caso a los tribunales. En estos tres años no han cesado los arrestos arbitrarios e injustificados y las palizas, aunque los palos no lograron doblegar la firme voluntad de los habitantes de una de las zonas más deprimidas del país, que en estos tres años han salido repetidamente a la calle para mostrar su rechazo a los planes de las empresas mineras.
El juicio ha permitido que salieran a la luz numerosos asuntos turbios que demostraban la connivencia entre las autoridades y las empresas. Incluso Essar ha interpuesto una demanda contra Greenpeace India por una cuantía de más de 60 millones de euros, que en la organización ecologista se ha interpretado como una advertencia para que se quitara de su camino hacia la destrucción del bosque de Mahan.
“El Gobierno ha tratado de lograr por todos los medios que el proyecto minero saliera adelante a pesar de la oposición de los vecinos, lo cual, además de ser malo para los habitantes de Mahan es también malo para todo el planeta porque perpetúa el modelo del carbón del que tenemos que huir”, aseguraba Priya Pillai de Greenpeace India. Las buenas noticias llegaron en septiembre por duplicado, cuando el Tribunal Supremo de la India anuló todas las concesiones mineras y el conocido como “Tribunal Nacional Verde” se posicionaba contrariamente a la tala masiva de árboles.
Uno de los factores que más tuvieron en cuenta los jueces, además de las numerosas ilegalidades de las concesiones, fue el coraje de los ciudadanos para ejercer su derecho y oponerse a la destrucción de sus hábitats y formas de vida.
Un reconocimiento al poder más fuerte del planeta: el de la gente.
Dharmai Solar Village
Y mientras tanto, en la aldea de Dharmai, también en India, los vecinos recibían sus buenas noticias en forma de electricidad. Dharmai, un pueblo de 2.400 habitantes situado en el empobrecido Estado de Bihar, llevaba 30 años reclamando sin éxito a las autoridades que llevara la luz eléctrica a su localidad. Sin embargo, en un país en el que más de 80.000 poblaciones tienen un problema similar, los gritos de auxilio no parecían llegar a los oídos de las autoridades, pero sí a los de Greenpeace, que ha colaborado en la implantación de este sistema energético limpio y renovable que ha revolucionado la región.
Gracias a la energía del sol y los 100 Kw de electricidad que produce, se puede abastecer a las 450 viviendas, las 50 tiendas, las dos escuelas, al gimnasio y al centro de salud con los que cuenta la localidad, tanto de día como de noche, gracias a unas baterías que permiten que también de noche haya luz en las calles y casas.
Sin duda un modelo a seguir y una muestra de que con el esfuerzo común cualquier cosa es posible.