Magazine / julio 2014

¿[In]dependencia energética? Tenemos las claves

© Eric De Mildt / Greenpeace

La UE gasta más de mil millones de euros al día en importar más de la mitad de su energía. La crisis en Ucrania ha hecho reaccionar a los líderes europeos, pero las soluciones que buscan solo perpetúan un problema doble: el de la dependencia energética y el cambio climático.

“El Gobierno debe dejar de poner la zancadilla a nuestro liderazgo en energía renovable”

La crisis entre Rusia y Ucrania ha hecho temblar los cimientos del suministro energético de la Unión Europea tal y como lo concebían hasta ahora los Veintiocho. De repente, se han dado cuenta de que no conviene que el calor en los hogares europeos, el transporte o la luz estén en manos de unos pocos países externos. Sin embargo, las soluciones propuestas hasta ahora por la Comisión Europea (CE) lo único que hacen es transferir la dependencia del gas ruso a importaciones de gas de otros Estados fuera de la UE, como Argelia, Arabia Saudí o Canadá.

Greenpeace demuestra en el informe Hoja de ruta hacia un suministro energético independiente y sostenible para Europa que podemos alcanzar la independencia energética en pocas décadas, y de forma mucho más ecológica y económica que con el camino propuesto hasta ahora por la Comisión. Pero los líderes europeos no concretarán los objetivos climáticos y energéticos para 2030 hasta finales de octubre.

Los planes de la UE se quedan muy cortos
La propuesta de la Comisión Europea se limita a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 40% y alcanzar una cuota de renovables del 27%. Esto significaría quedarnos prácticamente como estamos en energías limpias, pues la producción de energía renovable aumentó un 9% en solo dos años (entre 2010 y 2012) y ya está en el 22%. Así la UE lo único que hará será frenar el crecimiento de las energías limpias.
Las grandes compañías energéticas, como E.On o Shell, tienen demasiado dinero invertido en energías contaminantes como para dar vía libre al giro que necesita la UE. Por eso 35 activistas de Greenpeace de seis países distintos se descolgaron de grúas y edificios colindantes al del Consejo Europeo en junio. Querían mostrar a nuestros gobernantes que, si siguen subvencionando a estas empresas en detrimento de las energías limpias, nos conducirán rápida y directamente al abismo.

Los números alertan: ¡hay que actuar YA!
· La UE gasta más de 1.000 millones de euros al día en importar energía, 400.000 millones de euros al año
· La UE compra más de la mitad de su energía fuera
· España depende en un 86% de la energía exterior
· Del total de energía que genera e importa España, el 36% no se llega a usar

 

¿Te imaginas unas emisiones de CO2 de solo el 4%?

Un mayor compromiso climático no solo es factible, sino también rentable. Greenpeace propone para 2030:
•    alcanzar una cuota de renovables del 45%
•    un 40% de ahorro energético (respecto a 2005)
•    un 55% de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (respecto a 1990).

Así la UE reduciría un 45% más las importaciones de petróleo que bajo el marco propuesto por la Comisión y rebajaría un 35% más las importaciones de gas (factores como un modelo de transporte eléctrico o acelerar la introducción de fuentes renovables son clave). Ya no haría falta importar un solo gramo de carbón para 2030 y el último reactor nuclear cerraría en torno a ese año. Para entonces, la [R]evolución Energética habría reducido las emisiones de CO2 más de un 60% frente a 1990 (con los planes actuales de la UE bajarían solo un 40%), y en 2050 respiraríamos un aire mucho menos contaminado: ¡solo habría un 4% de emisiones de CO2 de las que había en 1990, y encima un 33% más barato que con el modelo de la CE!

En los últimos años España ha llegado a posicionarse entre los líderes mundiales en renovables, pero el impulso a las energías limpias se ha visto mermado una vez detrás de otra con continuos cambios en las reglas del juego. El desinterés del Gobierno en su desarrollo llega hasta tal punto, que propuso explícitamente eliminar la eficiencia energética del documento de conclusiones del Consejo Europeo de junio. Además, España pedía que los objetivos climáticos fueran “alcanzables” en vez de “ambiciosos”. Menos mal que no le hicieron caso.

“El Gobierno debe dejar de poner la zancadilla a nuestro liderazgo en energía renovable. En lugar de promover las energías limpias y la eficiencia para acabar con la dependencia energética europea, opta por beneficiar a los combustibles fósiles y por perpetuar la dependencia del exterior, que solo beneficia a las grandes compañías”, lamenta Marina Bevacqua, responsable de Energía de Greenpeace.

Si la UE realmente quiere liderar la lucha contra el calentamiento global, tal y como afirmaba en el Consejo de junio, debe cumplir su promesa de unos “objetivos ambiciosos”, pero también vinculantes. Y no basta con que sean obligatorios para el conjunto de la Unión, porque así España tendrá vía libre para seguir aumentando sus emisiones, tal y como ha hecho hasta ahora con los objetivos para 2020 (ver sección Cortos). Greenpeace trabaja para que en octubre los Veintiocho apuesten por las renovables y la eficiencia energética, la única solución.   

María Torrens Tillack @maria_torrens