Magazine / julio 2014

Cortos

  

© Greenpeace / Ana Martinez

¡El Arctic Sunrise ya es libre!

¡Por fin! Después de ocho meses retenido en el puerto de Murmansk, nuestro barco Arctic Sunrise fue liberado el pasado 6 de junio. Permanecía secuestrado por las autoridades rusas después de que los 30 del Ártico lo usaran en septiembre para una protesta pacífica contra la plataforma petrolera de Gazprom en este valioso y desprotegido entorno. Ellos permanecieron ilegalmente detenidos dos meses, y ahora el último miembro del equipo también vuelve a casa.

Nuestra campaña contra las prospecciones en el Ártico no para: en Noruega ocupamos durante 48 horas una plataforma de Statoil y en Holanda bloqueamos la salida de la segunda plataforma de Gazprom cuando emprendía su regreso al Ártico para continuar sus perforaciones.

Después de tanto tiempo retenido sin un mantenimiento adecuado, el Arctic Sunrise necesita una buena puesta a punto para seguir surcando los mares en defensa del planeta. Pero ya nos hemos puesto manos a la obra para que suceda cuanto antes.

© Greenpeace

Día de los océanos

“Está usted sana; a diferencia de nuestros políticos, parece que no sufre memoria de pez”. Con esta frase terminaba el tratamiento exprés que las voluntarias y voluntarios de Greenpeace realizaron a los viandantes de 18 ciudades para celebrar el Día Mundial de los Océanos (8 de junio) y concienciar a la sociedad de la necesidad de respetar los mares y océanos de todo el planeta, ya que casi el 40% de las poblaciones de peces del Atlántico y más del 80% de las del Mediterráneo están sobrexplotadas.

La campaña “Memoria de pez” denuncia el “olvido” que sufren los políticos cuando se trata de proteger a los océanos y a las personas que viven de ellos, por lo que el equipo de voluntariado de Greenpeace salió a la calle para comprobar con una serie de tests de memoria si este “mal del olvido” solo lo padecen los políticos o toda la ciudadanía. El resultado fue claro: los ciudadanos, al contrario que sus gobernantes, gozan de una excelente memoria.

© Greenpeace

Feria Genera 2014

Greenpeace organizó las jornadas sobre “El Futuro de la Energía en Europa” en la edición de la Feria Internacional de Energía y Medio Ambiente, que reunió a más de 15.000 profesionales y 231 empresas el pasado mayo en Madrid. Presentamos tres informes sobre el modelo de las energías sucias y un nuevo modelo renovable.

El primer documento demostró el grave peligro que supone ampliar la vida de unas centrales nucleares, que ya tienen unos 29 años de media en Europa, cuando su vida útil oscila entre los 30 y los 40 años.

El segundo dejó claro que la UE necesita unos objetivos ambiciosos y vinculantes para 2030 en eficiencia y renovables para avanzar hacia la independencia energética.

El tercero reveló el motivo del desinterés en las energías limpias de las diez grandes eléctricas europeas entre las que se incluyen Iberdola o E.On (solo producen el 4% de su energía con renovables): reside simple y llanamente en que no están preparadas tecnológicamente ni se han adaptado a los cambios regulatorios de las dos últimas décadas.

© Greenpeace / Daniel Beltrá

El ipé, la nueva caoba

Todavía es una gran desconocida, pero cada vez es más común ver determinadas obras públicas, como pasarelas o puentes, fabricadas con la nueva caoba: el ipé. Esta madera amazónica de color oscuro y una gran dureza es adecuada para obras en el exterior, por lo que también se está comenzando a importar (muchas veces de forma ilegal) para construir suelos de terrazas y marinas deportivas. De quien pueda pagarla, porque el ipé es caro.

Pero su uso no solo supone un gran desembolso para los usuarios, sino también para el medio ambiente. El ipé, que es el símbolo de Brasil por la belleza de su copa amarilla, se encuentra en densidades muy bajas en las selvas amazónicas, por lo que para acceder a él hay que destruir muchos más árboles de otras especies, lo que implica que la selva se degrade y que se dé paso a la deforestación.

Greenpeace ha señalado a varias empresas responsables de “blanquear” madera de ipé para sacarla de Brasil de forma legal. Por eso, ante la duda, desde la organización ecologista hemos exigido a países como España (el 4º importador de la Unión Europea), que se limite su uso y se utilicen alternativas más sostenibles.

© Greenpeace/ P. Armestre

Garoña debe seguir cerrada

Tras más de un año sin funcionar, Endesa e Iberdrola insisten en solicitar la reapertura de Garoña. Aun a sabiendas de que es la nuclear más antigua de la UE y la quinta más vieja del mundo, han pedido una licencia para explotarla hasta 2031.

Nosotros esperamos que el Consejo de Seguridad Nuclear lo impida. El propio regulador nuclear ve numerosos problemas: su aislamiento, su protección antiincendios, su sistema de tratamiento de gases de reserva… También se tendrían que construir torres de refrigeración o bajar su potencia para poder usar el agua del Ebro. Pero es que además los riesgos derivados del envejecimiento son insalvables, porque ciertas partes esenciales de los reactores nucleares no se pueden sustituir.

Para otorgar una licencia que amplíe la vida de centrales nucleares que vayan a sobrepasar los 40 años de funcionamiento, como Garoña (1971), se debe realizar la solicitud 3 años antes, algo imposible a estas alturas. Seguiremos al pie del cañón para impedir que Garoña vuelva a abrir sus puertas.

© Paul Langrock/AGENTUR ZENIT

España suspende otra vez

La crisis económica ha ayudado a que Europa haya reducido un 19,2% las emisiones con respecto a 1990, según la Agencia Europea del Medio Ambiente. Así, estamos ya muy cerca del objetivo para 2020 del 20%. Pero no en España, que podía aumentar sus emisiones un 15% entre 2008 y 2012 según el Protocolo de Kioto y, sin embargo, las incrementó un 23,7%.

Si comparamos las emisiones desde 2007 -cuando se sitúa el inicio de la crisis- en los países europeos que más la han sufrido, ganamos por goleada en contaminación. En 2007 España emitió más de 430 millones de toneladas de gases de efecto invernadero, muy por encima de los 134 millones de Grecia, 80 de Portugal o 68 de Irlanda. Los cuatro países disminuyeron sus emisiones en los años siguientes, pero en 2012 España seguía echando a la atmósfera 340 millones de toneladas, frente a los 111 millones de Grecia, 69 de Portugal y 58,5 de Irlanda.

A pesar de ello, nuestro Gobierno sigue fomentando las energías contaminantes y castigando a las renovables, para las que ha cambiado las reglas del juego por enésima vez en un Real Decreto.