“Hoy les ha tocado a ellos, mañana podemos ser cualquiera de nosotros.”
Cantantes, escritores, actrices, fotógrafos… pero, durante unos minutos, fueron alguno de los 30 detenidos en Rusia: el capitán del barco, la doctora a bordo, el cámara, el fotógrafo, el cocinero, la persona de comunicación, el activista… Todos ellos se pusieron en su piel para pedir su libertad.
Ponerse en la piel de los 30 del Ártico, intentar entender, aunque fuera por unos minutos, cómo se sentían, poner cara a esos hombres y mujeres injustamente encarcelados. Aproximarse, aunque sea vagamente, a lo que supone perder la libertad, a cómo se percibe todo desde el otro lado de las rejas, a enfrentarse a más de 20 años de cárcel por defender el Ártico de forma pacífica.
“Hoy soy Dima. Hoy todos somos Dima. Hoy todos somos los 30 del Ártico. Porque hoy les ha tocado a ellos pero si no paramos este proceso, mañana podemos ser cualquiera de nosotros los que acabemos en prisión por alzar la voz contra las injusticias”, exigía Mario Rodríguez, director de Greenpeace España, entre los barrotes de la celda instalada en la madrileña plaza de la Cebada.
El 26 de octubre, comenzó en Madrid el Tour “Ponte en su piel”, que terminó en Barcelona el 9 de noviembre. Recorrió durante dos semanas 16 ciudades españolas para recrear de manera simbólica la jaula donde han estado declarando los 30 detenidos en Rusia. Personalidades públicas y personas anónimas mostraron su solidaridad con los 28 activistas y el cámara y fotógrafo detenidos, y pidieron su libertad.
En cada una de las ciudades, durante siete horas y media, de forma ininterrumpida, cientos de personas entraron durante 15 minutos en la jaula para ponerse en la piel de cada uno de los 30 detenidos. Escritores como Manuel Rivas y Benjamín Prado; las actrices Lucía Jiménez, Marta Berenger, Silvia Marsó, Lluvia Rojo e Irene Visedo; el integrante del grupo teatral Tricile, Carles Sans; músicos como Kiko Veneno, Rebeca Jiménez o Shuarma; representantes de distintas organizaciones como el director de Amnistía Internacional, Esteban Beltrán; políticos de diferentes tendencias; o el economista y activista de derechos humanos Arcadi Oliveres, entre otros.
A ellos se unieron cientos de personas anónimas, muchos de ellos se habían inscrito previamente por internet y otros lo hicieron de forma espontánea. Gente que quiso mostrar su apoyo a los detenidos y que se acercó hasta los distintos puntos del recorrido del tour por la geografía española. Entre ellos, tripulantes de los barcos de Greenpeace, como el primer oficial Emili Transmonte o la marinera Maite Mompó, que conoce personalmente a muchos de los marineros y les dedicó, desde dentro de la jaula, estas palabras: “Desde que fuisteis apresados, no ha pasado ni un solo día en que no me ponga en vuestra piel, me imaginé en un pequeño espacio en que se echan encima cuatro paredes, viendo un pedacito de cielo a través de una pequeña ventana. Sola y con frío. Pienso en las familias de todos vosotros. Me vienen flashes de los momentos que he pasado con unos cuantos, compañeros en ese u otros barcos de la organización. Los recuerdos me arrancan siempre una sonrisa pero al instante los ojos se me empañan. ¡Es tan injusto que estéis viviendo ese horror!”
En todos los actos se leyeron cartas de los detenidos escritas desde prisión, su biografía o mensajes escritos para ellos de personas cercanas, como el de Maite. También Juan López de Uralde, ex director de Greenpeace (detenido en Copenhague en 2009), quiso dedicar unas palabras a su amigo Peter Wilcox, el capitán del Arctic Sunrise.
“Veo tu cara en las fotos que han circulado por ahí, en las que estáis entre rejas, como si fuerais peligrosos delincuentes. (…) Quería decirte, aunque sé que no te llegará, que hay mucha gente con vosotros; que os apoyamos y admiramos vuestra acción, y que nos produce una indignación profunda veros enjaulados. (…) No merecéis estar ahí. Lo sabemos, y vuestros carceleros también lo saben. Y no me refiero al que lleva las llaves de la celda, sino a los que han mandado que se os encierre. Os retienen porque de esa manera quieren meter el miedo a la gente, y evitar nuevas protestas contra la explotación petrolífera en cualquier lugar. Ya lo intentaron en Copenhague, pero no lo han conseguido. Tampoco esta vez lo conseguirán, estoy seguro. (…) Te han cambiado la libertad del mar que tanto amas, por las cuatro paredes de una oscura celda. Ahí no llega el viento, ni se escucha el resoplar de las belugas. Qué enfermo debe de estar el mundo, que permite que encarcelen a gente como vosotros”.
Miles de palabras de apoyo y solidaridad, cientos de personas, 16 ciudades, 120 horas enjaulados y un único objetivo: exigir justicia para los 30 del Ártico.