El tifón Haiyan asoló Filipinas el pasado 8 de noviembre. Dejó a su paso más de 5.000 fallecidos, casi 20.000 heridos y 1.600 desaparecidos. Destruyó más de un millón de viviendas y afectó a 14 millones de personas. Según la ONU, hay 7,8 millones de mujeres y niños filipinos que necesitan ayuda.
Las autoridades habían distribuido ayudas en previsión ante la llegada del tifón pero nadie imaginó que se los llevaría una subida del nivel del mar de más de diez metros.
“Nadie imaginó una subida del nivel del mar de más de diez metros.”
Por eso muchas miradas se posaron en la delegación filipina tres días después en Varsovia. Comenzaba la cumbre internacional del clima organizada por la ONU cada año. Habían pasado solo doce meses desde que el delegado filipino, en la anterior cumbre, no pudiera contener las lágrimas al pedir a los líderes del mundo acción inmediata para luchar ya contra el cambio climático. “Basta de retrasos, basta de excusas. Lanzo un pedido a todo el mundo, a los jefes de todo el mundo: abran los ojos y miren a la cara de la realidad”, afirmó en 2012.
Un solo gesto lo dice todo: el pasado 21 de noviembre, penúltimo día de la cumbre del clima en Varsovia, todas las ONG presentes decidieron abandonar oficialmente esta convención para denunciar la influencia de la industria del carbón, gas, petróleo y demás combustibles fósiles en la negociación climática internacional. La próxima cita, en 2014, en Lima (Perú).