Artemio Precioso fue un símbolo del ecologismo en España y, además, era economista como usted. ¿De qué hablarían si se encontrasen en una tertulia o compartiendo un café?
No tuve la suerte de conocer en vida a Artemio Precioso aunque creo que fue un verdadero pionero al fundar el Centro de Estudios Socioecológicos. Si ahora tuviera la ocasión de charlar con él, probablemente me interesaría su opinión sobre incoherencia entre la teoría y la práctica socialista vivida directamente durante su estancia en la URSS. También me gustaría conocer los orígenes de su preocupación ecologista.
La organización que preside, Justícia i Pau, lucha por la promoción y defensa de los derechos humanos, la paz y el desarme, contra la pobreza y la exclusión social, y en favor del desarrollo sostenible de los pueblos. ¿Qué casos le han marcado más y a qué retos se enfrenta una organización de estas características?
Me han marcado especialmente la campaña en contra de los frecuentes y criminales asesinatos del franquismo mediante la aplicación de la pena de muerte. De un modo particular quedé especialmente afectado por las ejecuciones de septiembre de 1975 que no fueron posibles de impedir por las campañas que en aquel momento se llevaban a cabo.
La inmigración, el escándalo de las injustas relaciones entre el Norte y el Sur, así como el abuso en el cobro de la deuda externa y las insignificantes cifras de la cooperación al desarrollo representan otro elemento de valor en nuestras preocupaciones.
Por lo que se refiere a los retos actuales me gustaría destacar la denuncia del absurdo gasto militar, del comercio de armas, de la investigación científica con finalidades bélicas y de la protección que las entidades financieras dan a este tipo de actividades. La banca ética surge como una de las respuestas naturales a tales procesos.
Desde Greenpeace hacemos frente a varias demandas por defender el medio ambiente y denunciar la actuación de empresas y de algunos de nuestros políticos. ¿Cómo enfrentarnos al status quo cuando se están atacando las herramientas de las que dispone la ciudadanía para defender sus intereses, como el derecho de manifestación o la resistencia pasiva?
Ciertamente en los últimos meses hemos podido contemplar un retroceso en el respeto en las libertades políticas y de los derechos económicos por parte de las autoridades. La respuesta a este tipo de actuaciones pasa por varias etapas: conocimiento de la situación mediante una información contrastada que pocas veces dan los grandes medios de comunicación, impulso del asociacionismo, realización de campañas sobre uno o varios objetivos, presión política constante y, finalmente, puesta en práctica de acciones de no colaboración y de desobediencia civil siempre que sean necesarias.
Muchas de las soluciones que se plantean a la crisis y a los actuales problemas sociales pasan por un cambio en el modelo económico actual, y tienen su origen en una visión más sostenible de los recursos. ¿Qué medidas ligadas al ecologismo piensa que tendríamos que adoptar para salir de esta situación?
El capitalismo es un sistema caduco que, por su afán de lucro, es incapaz de cubrir las necesidades básicas de la población mundial y concentra cada vez más la riqueza en pocas manos. Al mismo tiempo destruye los recursos naturales que, lógicamente, son limitados.
Frente a esta situación, los cambios más urgentes deben darse en primer lugar en los valores dominantes y en consecuencia, reorientar las prioridades de crecimiento material, beneficio monetario y competencia empresarial que son impartidos en la mayor parte de facultades de economía y de escuelas de negocios del mundo. Una vez dadas estas condiciones, deben aparecer entonces los objetivos ligados a la ecología tales como consumo responsable, desaparición de la obsolescencia programada, ahorro energético, y los consabidos reciclaje y recuperación de productos. Todo ello, evidentemente, en un marco de reequilibrio de la producción y el consumo a lo largo y ancho del planeta.
¿Cuál es su mayor preocupación social en estos momentos?
En nuestro entorno los mayores problemas se centran en estos momentos en la precariedad laboral y la disminución de las prestaciones del llamado estado del bienestar. Medioambientalmente me preocupa la promoción del consumo superfluo, un ejemplo es la flexibilización de los horarios comerciales para especular de esta manera con el ocio de las personas y desviarlo de posibles satisfacciones de tipo cultural y crítico.
Un mensaje a los socios de Greenpeace.
Gracias por querer practicar la denuncia, la austeridad y la coherencia, y por mantener la voluntad de ser personas libres y respetuosas socialmente y ambientalmente.