La costa mexicana suspira aliviada: el pasado viernes 15 de junio el presidente mexicano Felipe Calderón anunció la cancelación del megaproyecto turístico Cabo Cortés. El comunicado oficial alude a la necesidad de conservar los recursos del país y al incumplimiento por parte de la empresa promotora de los requerimientos ambientales necesarios para ponerlo en marcha. Esta es una victoria de los ciudadanos frente a los intereses depredadores de las empresas.
Cabo Cortés fue presentado por la empresa española Hansa Urbana. Es un megaproyecto inmobiliario y turístico que ocuparía más de 3.800 hectáreas para construir una marina de 490 amarres instalada sobre las dunas costeras, 27.000 habitaciones y dos campos de golf, entre otras infraestructuras. Es decir, una capacidad habitacional casi igual a la de Cancún, en una zona semidesértica de muy baja densidad poblacional.
El proyecto Cabo Cortés fue autorizado en un proceso plagado de irregularidades, y contra la opinión de las principales agencias medioambientales del propio Gobierno. Y todo ello, en el área limítrofe con el Parque Nacional de Cabo Pulmo.
Esta es una victoria de los ciudadanos frente a los intereses depredadores de las empresas.
Cabo Pulmo es un Parque Nacional Marino, protegido desde 1985, y una de las reservas biológicas más ricas del planeta, además de ser Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO. La población, un pequeño núcleo que desde siempre vivió de la pesca, apostó a la conservación y vive del cuidado del parque y del ecoturismo. No quieren el proyecto, sino garantizar su modo de vida y la supervivencia del lugar.
Tuvimos ocasión de comprobarlo en 2011, cuando viajaron a España Judith y Mario Castro, representantes de la comunidad de Cabo Pulmo, para explicarnos por qué no quieren el proyecto y qué puede suponer para su modo de vida. En México, cuando una empresa turística toma el control de una zona de costa, la población local es irrelevante y apenas puede pisar la playa. Aquí les esperábamos para llevarlos a la costa de la Comunidad Valenciana y Murcia, para que explicasen en el lugar de origen de Hansa Urbana y donde ha cometido sus mayores desmanes por qué su proyecto no les interesa. Fue un momento vital, donde la opinión pública pasó a estar en contra de este supuesto “desarrollo”.
El trabajo ha continuado, y a principios de junio Greenpeace México, encabezado por el responsable de la campaña de costas, Alejandro Olivera, entregaba 222.000 firmas que ahora se han mostrado determinantes. Ha sido la opinión pública y la ciudadanía quienes en realidad han parado este proyecto, apoyando un modelo de desarrollo distinto. Por ello, gracias a todos.
Mabel Bustelo es responsable del Área de Investigación e Incidencia de Greenpeace España.
@MabelBustelo