Todos a la cárcel
El 26 de mayo de 1976 el derecho de reunión fue el primero en regresar a España tras 40 años de exilio. Dos años después lo recogió la nueva Constitución, tal y como ya lo hacía desde 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Pero parece que va a tener que volver a hacer las maletas. El pasado 11 de abril, el Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, anunció su deseo de considerar “delito de pertenencia a organización criminal” a las protestas que “alteren el orden público” y que hayan sido convocadas por internet y las redes sociales. Además, también pretende incluir “como delito de atentado contra la autoridad la resistencia activa o pasiva grande”.
Estas medidas, casualmente anunciadas un mes antes del primer aniversario del 15M, afectan de lleno la labor de Greenpeace: nuestras Acciones Directas No Violentas tienen en la resistencia pasiva su principal arma para alertar sobre delitos al medio ambiente y la paz.
Veremos la resolución final. De momento, una cosa parece evidente: Fernández Díaz no ha entendido todavía el funcionamiento de las redes sociales. Y lo que es peor aún, tampoco ha entendido todavía el funcionamiento de la democracia.
Diálogo directo: modo de empleo
Chaleco verde, carpeta de pinza apoyada en el costado, y una gran sonrisa. Si ve usted a uno de estos jóvenes por la calle, no permita que le pare, ¡párele usted a él! Pregúntele qué tal le está yendo el día, si ha logrado reclutar a mucha gente para la causa y, sobre todo, anímele. Es uno de nuestros chicos del Diálogo Directo, que incansablemente explican el trabajo de Greenpeace a la gente de a pie para instarles a que salven el planeta y sus habitantes.
Greenpeace cuenta con dos grupos fijos de Diálogo Directo en Madrid y otros dos en Barcelona, más cuatro itinerantes que van recorriendo distintas ciudades de España. Cada equipo está formado por entre 7 y 10 personas, y desarrolla una misión vital: dar a conocer los problemas últimos de nuestro planeta (y por tanto los nuestros), y conseguir que la gente se implique por una causa. Y, teniendo en cuenta que los socios son el único sustento económico de la organización, y por tanto quienes hacen posible que Greenpeace sea políticamente independiente, su importancia es incalculable.
Ya lo sabe: ensaye su mejor sonrisa, porque nunca sabe cuándo se los va a encontrar.
Sumando victorias
Poco a poco, vuestros constantes esfuerzos van sumando victorias. Estas son algunas de las recientes:
El pasado 29 de marzo recibimos con satisfacción el anuncio de la cancelación de la construcción de la refinería Balboa, en Badajoz, a la que llevábamos oponiéndonos desde 2005. El proyecto incluía nada menos que la construcción un oleoducto de más de 150 kilómetros desde Huelva, en cuyo puerto debían descargar los petroleros. Por si fuera poco, el conjunto ponía en riesgo al cercano Parque Nacional de Doñana.
Otra buena noticia es el anuncio el pasado 7 de junio del cierre de la central térmica de Pasaia por parte de Iberdrola. Pasaia, en Gipúzcoa, es la central térmica más antigua de España, y Greenpeace lleva reclamando su cierre desde 2006.
Por último, recibimos con alegría la decimoctava (!) sentencia en contra del hotel de El Argarrobico, en Almería. El pasado 13 de junio el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía reestableció su localización como “espacio protegido no urbanizable”. Queda por ver de qué manera y con qué presupuesto se ejecuta la sentencia.