Laura Zuniga nació en Honduras hace 24 años. Su país encabeza la lista de países con el riesgo más alto de morir si defiendes el medio ambiente. Su madre, asesinada hace un año, es para ella una inspiración para seguir en la lucha.
Con tan solo 24 años, Laura Zuniga irradia un carisma poco común en alguien tan joven. Bastan unos minutos a su lado para comprender que ha heredado la fuerza de su madre, Berta Cáceres, la activista hondureña asesinada hace más de un año. Sorprende su fuerza, su elocuencia, pero también su dulzura, cómo no pierde un segundo la sonrisa. Su mensaje de lucha y esperanza.
Ha pasado más de un año desde el asesinato de tu madre, ¿cómo está el caso actualmente?
Hay ocho personas detenidas, está en las primeras audiencias pero no empezó aún el juicio. Desde el primer día nos han apartado del caso, siempre tuvimos desconfianza porque el Gobierno de Honduras tiene muchos intereses, ya que tiene parte de responsabilidad. No se ha hecho una buena investigación. Se han seguido mal los protocolos, incluso parece que buscan que las pruebas sean anuladas... que hay una intención de impunidad.
¿Están sentados en el banquillo todos los culpables?
Ese es uno de los temas más importantes: la autoría intelectual, los interesados en que mi mami no estuviera. Hemos señalado a los dueños y gerentes de la empresa Tesla, principal fuente de amenazas hacia ella y su integridad física, con altos niveles de violencia. No hay una intención de profundizar ni de investigar a estas personas. Hay dejación en las medidas de protección, y ahí también hay responsabilidades del Gobierno. Queremos llegar hasta esto.
¿Y cómo es ahora la situación en el territorio que tu madre defendió?
La empresa sigue estando en territorio Lenca y sigue actuando, blindada. Nos preocupa porque vemos que es un caso que intenta disciplinar, al asesinar a una persona de alto perfil público, y que las cosas continúen como están. Por eso aspiramos a la justicia.
Berta Cáceres fue una luchadora incansable, ¿cuál es su legado, la lección que deja?
Para mí son muchas. Representaba a una mujer luchadora y rebelde contra todas las injusticias en un afán de mejorar el futuro. Nos enseña que una mujer indígena pobre, con todas las opresiones, puede revelarse, construir con fuerza creativa.
Nos proyecta eso: a sumarse a la lucha con entusiasmo, sin que el miedo, el dolor o la violencia nos frene. Es un llamado a continuar. No sé, hay un montón de cosas que le podría decir (ríe) es una persona muy extraordinaria, pero esto podría resumir un poquito.
“Con la indignación y con las ganas de rendirle homenaje a Berta, reforzaron la decisión de seguir luchando”.
¿Crees que ahora su mensaje y su lucha sigue presente, que los que los que fueron contra ella no han conseguido terminar con su lucha?
Yo siempre pienso que las personas que luchan por la vida, que se entregan a algo tan lindo como aportar a la humanidad son personas que no pueden ser asesinadas, que no mueren. Y mi mami es el ejemplo de eso.
Con la indignación, con las ganas de rendirle homenaje, de sacar a empresas asesinas de nuestro territorio, reforzaron la decisión de seguir luchando contra estos megaproyectos de muerte. Tener esa cantidad de gente acompañándonos es parte de pensar eso, que las personas no se asesinan, no se asesinan sus ideas, su lucha, sobre todo cuando esa vida nos inspira a continuar.
Recientemente estuviste en España recogiendo el premio de Greenpeace a tu madre, ¿algún mensaje para la gente de España?
Que no estamos lejos, que nuestras realidades están unidas. Que desde este lado del mundo estamos luchando fuerte. A veces es difícil sentirse acompañado, pero desde distintos lugares los pueblos del mundo estamos peleando por la humanidad. Que se sientan acompañados de nuestros sueños, de nuestra esperanza, de nuestro caminar y que nos vamos a estar encontrando en esto. Y a seguir, con alegría y esperanza, como decía mi mami.