Una activista italiana cayó al agua y resultó herida cuando la lancha de la Armada embistió el bote de la organización
El puente de mando del Arctic Sunrise se queda en silencio, un silencio duro, de preocupación, de desconcierto y también, en cierto modo, de incredulidad. Miradas interrogantes se cruzan entre los allí presentes: “¿Qué? ¿Qué han dicho?”, “¿Que hay alguien herido?” Son las 7:15 de la mañana del sábado 15 de noviembre. Nadie dice nada, nadie sabe qué decir. Todos prestan atención a la radio por la que le comunican al capitán que hay una activista herida.
Pero la auténtica dimensión de lo ocurrido no se conoce hasta que no comienzan a llegar las lanchas. El primer bote, en el que iba la activista, no deja lugar a dudas: numerosos destrozos atestiguan lo que ha ocurrido, que la embarcación ha sido duramente embestida. Los rostros de los activistas, desencajados, serios, son la prueba de que esta no ha sido una acción más. Matilde, activista italiana de 21 años, cayó al agua y resultó herida cuando la lancha de la Armada pasó, literalmente, por encima del bote de Greenpeace.
Hasta tres veces, una vez por cada lancha, la Armada, sin mediar palabra, embistió fuertemente. Primero, el bote que estaba más lejos, en el que se encontraban las cámaras, para luego poder pasar por encima de los dos botes de activistas. Chocaron fuertemente, colisionando con violencia.
En el agua todo es confusión. Ante la desproporcionada agresividad de la Armada, los activistas piden “cuidado” pero no sirve de nada. Se produce otra embestida, Matilde es golpeada y cae al agua. Un grito ahogado de uno de sus compañeros alerta: “¡Hay una mujer en el agua, una mujer en el agua!” Es la voz rota del activista Jaime dando la voz de alarma. Desde el mar llegan los sobrecogedores gritos de Matilde.
Todo había comenzado el día anterior (viernes 14) cuando el barco de Greenpeace, Arctic Sunrise, se había posicionado en el punto exacto donde Repsol iba a comenzar sus perforaciones de petróleo frente a las costas de Fuerteventura y Lanzarote ante la llegada del buque perforador de Repsol, Rowan Reinassanse. En una noche larga y tensa en el Arctic Sunrise, pocos a bordo pudieron conciliar el sueño, defendiendo esta valiosa zona sin moverse de su posición. Con las primeras luces del amanecer, lanchas de la organización se acercaron al buque para llevar a cabo una protesta pacífica. Fue en ese momento cuando se produjo la desproporcionada actuación de la Armada y cuando Matilde y otros dos activistas resultaron heridos.
El peligroso proyecto de Repsol se está llevando a cabo en uno de los cinco pulmones de los océanos a nivel mundial e implica poner en peligro este vital ecosistema del que depende también toda la actividad socioeconómica de las islas Canarias. Además, pondrán en peligro el suministro de agua potable a toda la población de Fuerteventura y Lanzarote, que depende al 100% de la desalación de agua marina.
Las siguientes horas a la acción no son fáciles en el rompehielos de Greenpeace, a la espera de las noticias sobre Matilde, que es trasladada al hospital de Las Palmas para ser operada de una fractura abierta. Estremecidos por las imágenes de la inusitada violencia y por el relato de los activistas. El Arctic Sunrise recibe las informaciones de la Armada y el Gobierno con incredulidad e indignación: ¿el Gobierno de un país defendiendo los intereses de una multinacional en lugar de a sus ciudadanos y el medio ambiente?
Tras haberse alejado del punto para garantizar la seguridad de sus activistas, con Matilde hospitalizada, otros dos heridos y los botes inservibles tras la actuación de la Armada, Greenpeace pone por la tarde rumbo a Lanzarote para unirse a todas las voces que, desde tierra, también decían #ProspeccionesNO. En el puerto de Arrecife, una multitud se agolpa para recibirlo, entre vítores y gritos rechazo a las prospecciones y de descontento hacia Repsol y el Ministro de Industria. Sobrecogidos por el emotivo y masivo recibimiento y por las muestras de apoyo y de agradecimiento, Greenpeace reitera que no van a poder callarnos, ni a nosotros, ni las miles de personas que no quieren petróleo en las islas Canarias.