“Los escaladores pintaron ‘Peligro nuclear’ para alertar sobre los los riesgos de este tipo de energía”
15 de febrero de 2011, 6:42 a.m., central nuclear de Cofrentes (Valencia). Niebla, lluvia y un mensaje resonando en la fría madrugada: “¡Atención! ¡Atención! Se declara alerta de emergencia”, así comenzaba una protesta pacífica contra esta instalación para pedir que no se concediese la renovación del permiso de explotación de la central, propiedad de Iberdrola.
Con las primeras luces del amanecer, los activistas accedieron a una de las dos torres de refrigeración y subieron sus más de 125 metros. Desde ahí, desplegaron pancartas con el lema: “Cofrentes, cierre ya”. Bajo un manto de lluvia implacable, los escaladores pintaron “peligro nuclear” para alertar sobre los riesgos y la falta de seguridad de este tipo de energía e instalaciones.
A pesar del frío y la lluvia, con las manos entumecidas, los escaladores terminaron de pintar su mensaje. Cuando bajaron, 16 activistas fueron detenidos y trasladados al cuartel de la Guardia Civil, donde también había sido llevado horas antes el fotógrafo independiente Pedro Armestre. Al día siguiente, los detenidos pasaron a disposición judicial y horas después fueron puestos en libertad con cargos.
Ahora los 17 de Cofrentes se exponen a posibles penas de casi tres años de cárcel.
Tal y como explica Marcelí, uno de los activistas, cuando recuerda ese día casi cuatro años después se queda con “la satisfacción es hacer visible los problemas de este tipo de instalaciones”. Porque por mucha multa millonaria y amenaza de cárcel a los activistas pacíficos y a Greenpeace, la organización ecologista no va a dejar de denunciar el peligro de esta sucia energía ni de ejercer el derecho a defender el medio ambiente.