La arriesgada acción de escalada libre duró más de 15 horas que fueron retransmitidas en directo a vista de pájaro.
“Cuando era pequeña y veía cómo algunas personas destrozaban hermosos paraísos vírgenes solo quería ponerme a gritar a los cuatro vientos”. Quien habla así es Victoria, una de las seis activistas de Greenpeace que el pasado 11 de julio escalaron el edificio Shard de Londres, el más alto de Europa, para exigir a Shell que desista de sus planes de perforar en el Ártico, junto con la petrolera rusa Gazprom.
Victoria, Ali, Sabine, Sandra, Liesbeth y Wiola protagonizaron el ascenso de los 310 metros de altura de este emblemático edificio –de apariencia similar a un bloque de hielo– sobre el que se elevan tres oficinas de la gigante petrolera Shell, incluyendo su sede mundial.
Hasta la fecha, la compañía ya ha invertido, sin éxito, cinco mil millones de dólares en su programa Ártico y ha firmado un acuerdo con Vladimir Putin y la petrolera rusa Gazprom para perforar en la región del Ártico ruso, donde las normativas son bastante laxas y existen frecuentes accidentes medioambientales.
La complicada acción de escalada libre – las activistas solo contaban con las fijaciones de los cordajes de seguridad – duró más de 15 horas que fueron retransmitidas en directo a vista de pájaro, gracias a las cámaras que portaban las escaladoras en sus cascos. Una vez alcanzada la cima, las seis activistas de Greenpeace desplegaron una pancarta donde podía leerse: Save the Arctic.
Poco después del cierre de esta revista 30 compañeros de Greenpeace fueron encarcelados en Rusia por hacer una acción pacífica en el Ártico. Los 30 siguen en prisión. No nos cansaremos de pedir su libertad. Firma aquí.