Fin de la era nuclear
La energía nuclear no es una alternativa de producción energética frente al cambio climático. Crea residuos nucleares peligrosos para la salud y el medio ambiente que tardan cientos de años en degradarse, y los accidentes nucleares arruinan regiones vastísimas.
Las acciones que hemos realizado desde Greenpeace en varias centrales nucleares nunca las han puesto en peligro, pero sí han demostrado que no están bien protegidas. Además, sabemos que una flota nuclear envejecida como la de España presenta riesgos añadidos que son innecesarios y para los que tenemos alternativas viables en nuestras manos. Por eso creemos que es una obligación ética cerrar las nucleares para eliminar estos peligros.
La energía nuclear está muy lejos de ser una alternativa limpia y sostenible: aunque produce menos CO2 que el petróleo o el carbón, los residuos nucleares son altamente contaminantes y dejan su huella durante cientos de años antes de degradarse. Y en caso de accidente, como el de Fukushima o el de Chernobil, destrozan por completo la salud, la habitabilidad y el ecosistema de áreas que sobrepasan con creces las localidades donde suceden. Accidentes así pueden volver a producirse y el coste social, ambiental y económico lo sufragan los ciudadanos y no la industria nuclear.
Por otra parte, la energía nuclear aporta únicamente el 4,5% de la energía primaria comercial mundial, el parque nuclear está envejecido y las nuevas construcciones sufren aumentos de los presupuestos previstos y retrasos en los prolongados plazos de construcción. Ni siquiera es una energía barata: la instalación y desmantelamiento de las centrales son muy caros, al igual que la obtención de una materia prima escasa (uranio o plutonio) y la gestión de los residuos.
España es un país indicador de la situación mundial de la energía nuclear. Una foto general de la situación muestra que de los 192 países de la ONU, solo 30 tienen reactores nucleares y 16 de ellos (sin contar a Rusia) son europeos. Es decir, en el 15% de países del mundo se encuentra toda la potencia nuclear instalada y casi la mitad está en Europa. Por otra parte, según la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), la edad media de cierre de las nucleares en Europa es de 25 años, la edad media del parque nuclear español es de 30 años y en la actualidad España ocupa el tercer puesto respecto a la antigüedad de las nucleares europeas. La tercera central más vieja de Europa y la quinta más antigua del mundo, se encuentra en España y es Garoña (Burgos).
El cambio más rápido lo pueden llevar a cabo los políticos, pero muchos están en contra del cierre, presionados por las compañías propietarias. Las nucleares llevan muchos años instaladas y ya fueron amortizadas, de manera que ahora les producen grandes beneficios y si se cierran por una decisión política, las propietarias podrían exigir una compensación. Pero se puede llevar a cabo el cambio invirtiendo en fuentes renovables que sustituyan a la nuclear para siempre, algo factible para 2030 según el informe Hoja de Ruta para una independencia energética sostenible en Europa.
Datos científicos
Según el Instituto Max Planck, un accidente nuclear catastrófico como los de Fukushima o Chernobil puede producirse en algún lugar del mundo una vez cada 10 o 20 años. Según el Informe World Nuclear Industry Status Report 2013, en 2012 la generación mundial de electricidad de origen nuclear se redujo en un 7%, lo que supera la caída récord del 4% de 2011. La participación nuclear en la generación de electricidad en el mundo disminuyó de forma constante desde el máximo histórico de 17% en 1993 hasta el 10% en 2012.
La nuclear no es una energía alternativa frente al cambio climático, ya que incluso triplicando la capacidad nuclear mundial únicamente daría lugar a un 6% de reducción de las emisiones de carbono, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
Por otra parte, ha quedado comprobado cómo cuando Alemania ha decidido cerrar las nucleares de manera ordenada no ha habido problemas y cómo Japón paró todas sus nucleares, 54 en total, de manera “precipitada” tras el desastre de Fukushima y tampoco ha pasado nada.
¿Qué soluciones hay?
Para mejorar la seguridad:
- Que la transparencia y la independencia de los reguladores nucleares ayuden a tomar decisiones que velen en exclusiva por la seguridad y los aleje de las presiones económicas y políticas.
- La participación pública ayuda a que se favorezca la transparencia y obliga a los operadores a mantener incentivos elevados de seguridad.
- Modificar la responsabilidad civil para que no haya un límite de daños y para que se extienda a toda la industria nuclear, no sólo a los operadores. Mayores costes en responsabilidad implica mayores inversiones en seguridad.
Para cerrar las nucleares:
- Adoptar un modelo energético 100% renovable y eficiente, que es técnicamente posible, económicamente viable y sostenible.
La planta de torre solar, la primera torre solar comercial del mundo, por la empresa española Solúcar (Abengoa), puede proporcionar electricidad para 6000 hogares.
Si se mejora la seguridad, el resultado esperado es que disminuya la probabilidad de sufrir otro accidente nuclear y que en el caso de que ocurra, las víctimas estén mínimamente protegidas. Respecto al cierre de las nucleares, evitará la posibilidad de más accidentes, y permitirá desarrollar más rápidamente alternativas energéticas muchísimo más beneficiosas para el conjunto de la sociedad desde el punto de vista de la sostenibilidad, de la accesibilidad a la energía, etc. Además ayudaría a reducir el desarrollo armamentístico nuclear.
Por todo ello es necesaria una reforma fundamental del régimen de responsabilidad nuclear. Actualmente, los beneficios se privatizan mientras que los riesgos se socializan. La legislación sobre responsabilidad nuclear debe basarse en las necesidades de las posibles víctimas. La responsabilidad debe ser estricta e ilimitada en el tiempo y en el alcance, debe determinar la responsabilidad de los proveedores, así como de los operadores, y garantizar una cobertura plena de todos los costes potenciales de un incidente o accidente nuclear.
¿Qué está haciendo Greenpeace?
Nuestro objetivo más inmediato es impedir que se conceda una nueva licencia a la central nuclear de Garoña y la marcha atrás en el proyecto de construcción del almacén temporal centralizado (ATC) de residuos de alta actividad en Villar de Cañas (Cuenca). Greenpeace demanda el cierre inmediato de los reactores nucleares que hayan sobrepasado la vida de diseño, sin concederles ninguna ampliación de la vida útil más allá de ese punto. También que no se dé ninguna licencia más de operación y se aborde un plan de desmantelamiento.
La realidad ya muestra que existe mucha más producción eléctrica renovable que nuclear, y los informes de Greenpeace sobre Revolución Energética están demostrando que las nucleares son prescindibles y que no hay ningún impedimento técnico, económico o de seguridad del suministro. El ahorro, la eficiencia y las renovables pueden satisfacer el 100% de la demanda de energía en España. Sería más barato, crearía más puestos de trabajo y combatiría un cambio climático peligroso.
En cambio, la industria nuclear divulga repetidamente una serie de tópicos para poder mantener su actividad. Nosotros hemos desarrollado al respecto el informe Una energía sin futuro. Desmontando las mentiras de la industria nuclear, donde demostramos su falsedad.
¿Qué puedes hacer tú?