Iba a ser una operación normal. Shell iba a transportar la plataforma de perforación Kulluk a puerto después de una malísima temporada de extracción en verano. Pero ocurrió: la plataforma acabó encallando frente a la isla de Sitkalidak, cerca de Kodiak, en Alaska.
“Yo no he mandado a mis remolques a luchar contra los elementos”, podría haber dicho Robert Voser, presidente de Shell. Pero lo cierto es que es un ejemplo más de lo peligrosa que es la extracción de petróleo en el Ártico. Y un ejemplo más de lo terminantemente que debemos oponernos a ella.
Los hechos
El pasado jueves 27 el remolcador Aiviq, que Shell había comprado por 200 millones de euros, se encontró con un temporal en el mar de Bering mientras transportaba la vieja plataforma. El mal tiempo provocó la ruptura de la línea de remolque, dejando la plataforma a la deriva.
El viernes 28 la amarraron de vuelta, pero luego "fallaron los motores múltiples" cuando se encontraba a 50 millas al sur de la isla de Kodiak, haciendo que el equipo de perforación quedara de nuevo libre y a la deriva con olas de hasta 9 metros y vientos de 35 nudos.
El sábado 29 un helicóptero de la Guardia Costera de EE.UU. evacuó a la tripulación de la plataforma. Soltaron sus líneas de anclaje para frenar la deriva hacia la costa.
El domingo 30 las líneas de remolque se volvieron a conectar, sin éxito: poco después se rompieron de nuevo.
La mañana del lunes 31 el remolcador consiguió volver a amarrar la plataforma a 19 millas de la costa de la isla de Kodiak. Comenzó a remolcarla hacia Puerto Hobron, en Alaska, pero esa misma noche volvió a soltarse, y esta vez a solo cuatro millas de la costa. Poco después la plataforma encalló.
El riesgo
La plataforma Kodiak lleva a bordo cerca de 530.000 litros de diésel y 45.000 litros de aceite hidráulico. El riesgo es evidente. Por fortuna aun no se ha observado ningún derrame, pero un trabajador involucrado en el plan de respuesta ante vertidos ya ha advertido que aún no saben nada de los daños causados en la plataforma. “Está muy oscuro y el clima es horrible. Shell y la Guardia Costera de EE.UU. están trabajando en los próximos pasos, pero están siendo gravemente obstaculizados por las condiciones meteorológicas extremas y de altamar."
Ya conocemos los grandes impactos que los derrames de petróleo han tenido en Alaska. En 1989, el petrolero Exxon-Valdez se estrelló en el arrecife Bligh y derramó cientos de miles de barriles en Prince William Sound, cubriendo grandes áreas de mar y costa con una gruesa capa de crudo y aniquilando a miles de aves, nutrias marinas, focas y orcas. A día de hoy la zona sigue sufriendo las consecuencias.
Nada nuevo para Shell
En los intentos de Shell de perforar en busca de petróleo en los mares congelados de Chukchi y Beafourt ha ocurrido de todo: desde barcos de perforación varados o motores incendiados hasta inspecciones de seguridad fallidas o material indispensable “aplastado como una lata”. De hecho, se han producido accidentes en cada paso del proceso de perforación, lo que demuestra lo costosos e imprudentes que son los intentos de Shell por encontrar petróleo en el Ártico. Aún así, Shell afirma que tiene un programa de contingencias “de primera categoría"... que ha sido puesto en evidencia una vez más.
La solución está en nuestras manos
En lugar de abrir el Ártico a las petroleras, debemos ser capaces de mantener la zona en su estado prístino, fuera de los límites de la industrialización. Y tú puedes colaborar para lograrlo: ¡ayúdanos a Salvar el Ártico!
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