El sábado pasado Greenpeace recibió un premio más, un premio que es para nosotros un honor y a la vez un orgullo. Fivamel, una de las más importantes ferias de la miel y de la apicultura de Valencia (la segunda comunidad autónoma en producción de miel), nos concedió su máximo galardón, L’Abelleta D’Or.
Este premio nos fue concedido por nuestra campaña para “Salvar a las abejas y a la agricultura” y para nosotros tiene un inmenso valor pues es el reconocimiento público de que estamos haciendo bien nuestro trabajo. Pero no un reconocimiento cualquiera. Es el reconocimiento del sector apícola, de aquellas personas que cuidan con amor y respecto a las abejas y permiten que tengamos ese oro líquido, y otros muchos productos, cada día en nuestras mesas. Pero también que se efectúe ese valiosísimo servicio ecológico del cuál todos dependemos y también el equilibrio ecológico del planeta que es la polinización.
Por ello, hemos querido agradecer de una forma muy especial este premio, pero también su labor diaria. Así que ¡muchas gracias!
Nuestra campaña para salvar a las abejas, no es solo una campaña para salvar a estos fantásticos e imprescindibles insectos, es también una campaña para que apicultores y apicultoras puedan seguir desarrollando una de las actividades humanas más sostenibles y a la vez importantes. Es una campaña para que miles de personas, miles de familias puedan seguir desarrollando esta actividad ancestral y en definitiva tengan pan para comer y nosotros también. Por ello, todo lo que hagamos para salvar a las abejas tiene unas repercusiones muy grandes y a muchos niveles. Lo que hagamos en su favor, lo recibiremos de vuelta con unos beneficios altísimos.
Y es que sin abejas y otros insectos polinizadores nuestra alimentación sería mucho más pobre y la vida tal como la conocemos no sería viable. ⅓ de la producción mundial de alimentos depende de la polinización por insectos. Pero no solo hablamos de cantidad, hablamos de diversidad (el 75% de los cultivos a nivel mundial dependen de este tipo de polinización) y calidad (la adecuada polinización da lugar a mejores frutos y semillas). Pero también los ecosistemas, donde casi el 90% de las especies silvestres con flor dependen de estos insectos. Nuestra seguridad alimentaria, pero también la de las demás especies, depende de las abejas y otros polinizadores.
La campaña ha hecho ya un buen recogido y se han alcanzado logros importantes. Sin duda, el más importante fue la prohibición en la UE de cuatro plaguicidas demostradamente peligrosos para las abejas. Sin embargo queda mucho por hacer. Estas mismas prohibiciones deben ser reforzadas, son parciales (no están prohibidos todos los usos) y deben ser totales y ampliadas a otras muchas sustancias igual de peligrosas. Esta es la solución a corto plazo, la forma de quitar una de las muchas amenazas a que se enfrentan las abejas y que así estén más fuertes para encarar a las demás amenazas. Pero, en esta materia, la solución definitiva y a largo plazo es apostar decididamente por la agricultura ecológica.
En la campaña somos ya un auténtico enjambre humano que pide a gritos que las salvemos. ¡Solo en España ya han firmado la petición más de 183.000 personas! Pero podemos ser muchos más. Únete y difunde, por favor.
Gracias de nuevo por este bonito y especial premio, pero también por todo el apoyo que recibimos a diario de personas como tu que ahora lees estas palabras.