Este blog lo vamos a comenzar con un chiste. Hay un ministro o ministra en un despacho y le avisan: “Disculpe, hay más de un billón de científicos que a través de sus estudios dicen que se debe proteger la biodiversidad ¡ya! ¿Qué hacemos?”. Y responde: “Necesitamos una opinión más”
El viernes pasado acabó una cumbre más, una reunión más, una decepción más. ¡Viva el año de la NO-biodiversidad! El año donde hemos dejado que el atún rojo a pesar de estar en grave peligro se siga comercializando al no protegerlo en CITES; donde hemos dejado que las ballenas se puedan seguir cazando “científicamente” al no alcanzar acuerdos en la CBI; donde los países no están estableciendo redes de Reservas Marinas a pesar de que el Convenio Barcelona se lo obliga; donde tras días de negociaciones en la Cumbre de la Biodiversidad (CBD) el acuerdo es escaso y debil. Está claro la biodiversidad de mares y océanos, se juega a la ruleta rusa.....
Los Gobiernos en Nagoya (Japón) han fracasado. Hace ocho años se fijaron unos objetivos para proteger la biodiversidad, no se han cumplido: una vergüenza. Las alarmas llevan saltando décadas y los países desarrollados han estado mirando para otro lado, retrasando tanto la acción como la financiación en favor del medio ambiente. Se han dado algunos pasos pero lo preocupante es que estos llegan demasiado tarde.
Esta cumbre acaba con un ¡NUEVO plan de 10 años para la protección de la biodiversidad! Es decepcionante que a pesar de estar más de diez días reunidos, los países hayan sido incapaces de establecer redes de áreas protegidas tanto en tierra como en mar, dejando a bosques y océanos en peligro. La reunión finaliza y no se ha avanzado más allá del objetivo actual de proteger el 10% de nuestros océanos.
Aunque el balance de la CBD es negativo, Greenpeace acoge con satisfacción el principio del Protocolo de Aichi-Nagoya sobre acceso y reparto de los recursos y una moratoria sobre aquellas técnicas para “solucionar” el cambio climático como la fertilización de los océanos. Resultados que al menos muestran que los países ricos y los pobres pueden trabajar juntos para encontrar soluciones.
Si tenemos que escribir sobre un éxito de esta reunión, será cuando todas estas decisiones ahora plasmadas en un papel se apliquen. De nada nos sirve que se queden guardadas en un cajón, desde ahí, ¿qué biodiversidad van a proteger?
El Año Internacional de la Diversidad Biológica se acerca a su fin, el balance por ahora a favor de la Biodiversidad es cero, los representantes de los países que firman estos convenios están más que suspensos. ¿Cómo hay que llamar a su puerta para gritarles que dejen de buscar una opinión más, que estamos acabando con la biodiversidad? Deben convertir sus promesas en acciones y dejar un planeta sano para las generaciones futuras.
Celia Ojeda, responsable de la campaña de Océanos de Greenpeace
- Campaña de Océanos de Greenpeace