El Tribunal Supremo de Canadá ha bloqueado las exploraciones petrolíferas en la costa de la isla de Buffin por su conflicto con los derechos indígenas. En una decisión tomada por unanimidad, la corte suprema canadiense ha dictado sentencia a favor de la aldea inuit de Clyde River, situada al norte de Canadá, frente a Groenlandia.
Esta histórica sentencia tendrá impactos de largo alcance, en el espacio y en el tiempo, para los derechos indígenas amenazados en Canadá y para los proyectos de extracción de recursos, incluidas las exploraciones petrolíferas en el Ártico, las arenas bituminosas y los oleoductos.
Los mil habitantes de Clyde River llevaron su caso ante el máximo tribunal del país para combatir las explosiones sísmicas, una peligrosa forma de exploración petrolífera que supone hacer estallar explosivos bajo las aguas profundas para localizar la presencia de depósitos de petróleo en el lecho marino. La vida marina de la que la comunidad depende tradicionalmente para su seguridad alimentaria podría resultar herida, o incluso muerta, por el ruido ensordecedor de las explosiones.
El caso de Clyde River pedía al Tribunal Supremo que detuviese un proyecto de explosiones sísmicas de cinco años, que había sido aprobado por la Junta de Energía Nacional. Este órgano gubernamental se saltó una verdadera consulta con las comunidades impactadas. Es decir, no basta con “cumplir el expediente”, sino que el derecho a ser consultado tiene que garantizar que se pueda participar activamente y con pleno conocimiento. De manera que la sentencia refuerza el respeto a los derechos indígenas y supone un precedente crucial para frenar las ambiciones petroleras por todo el país, que no solo afectan a las comunidades indígenas sino al planeta entero.
En palabras de uno de los líderes indígenas, el exalcalde de Clyde River Jerry Natanine, “sabemos que somos parte de la tierra, y una economía que destruye la tierra nos destruye a nosotros mismos”.
Greenpeace, que se ha implicado a fondo en esta lucha indígena, comparte la alegría de la población, en primer lugar por el incansable y ejemplar esfuerzo de estas comunidades en la defensa de la naturaleza, pero también porque los beneficiados son tanto las personas como los mamíferos marinos de los que ellas dependen y por lo que significa que los derechos indígenas prevalezcan sobre los intereses económicos de las petroleras. La sentencia puede ser un punto de inflexión para todas aquellas comunidades indígenas que se oponen a la exploración petrolífera en el Ártico y en tantos otros lugares de Canadá, con proyectos tan dañinos para el clima como los de las arenas bituminosas.