|
Expedición al Ártico 2009 |
Es lunes otra vez y, pese a ser sólo las 8h de la mañana, el sol que entra por la ventana de mi habitación me advierte de que el calor del mes de agosto en Madrid va a ser hoy, también, implacable. Estoy terminando de hacer el equipaje y aunque el cuerpo me pide ropa ligera y unas chanclas, lo que tengo entre manos son forros polares, bufandas, guantes y botas de nieve... me voy al Ártico a unirme al equipo de Greenpeace que está estudiando los efectos del cambio climático en la zona. Si, si todo va bien, mañana mi despertar va a ser mucho más fresquito que el de hoy.
En este “viaje al corazón del deshielo” mis compañeros están siendo testigos de los trabajos de diferentes grupos de científicos según los cuales, la situación actual del Ártico no se había recogido ni en las peores previsiones científicas. Sin ir más lejos, el barco podría ser testigo del colapso de uno de los mayores glaciares del mundo, el glaciar Petermann, que podría romperse este verano dejando a la deriva una superficie helada equivalente a la isla de Manhattan.
Durante las pasadas semanas han constatado que en uno de los mayores glaciares del mundo (glaciar de Petermann), se ha formado un río de agua procedente del deshielo por el que corren 50 metros cúbicos por segundo (suficiente para llenar una piscina olímpica en menos de un minuto). La desaparición del hielo marino de la zona destruirá el ecosistema ártico que depende directamente de él y el derretimiento de la placa de hielo continental puede elevar hasta 7 metros el nivel medio del mar en todo el mundo.
Mientras todo esto sucede en Groenlandia, en Bonn acaba de terminar sin pena ni gloria otra de las reuniones internacionales preparatorias de cara a la cumbre climática que va a celebrarse en el mes de diciembre en Copenhague. Pese a que la administración Obama está mucho más comprometida con el medio ambiente que la anterior administración Bush, los compromisos de reducción de emisiones que ofrece Estados Unidos no son suficientes ni de lejos. La Unión Europea, por otro lado, tampoco está adoptando el papel de líder climático del que a menudo se enorgullece y los objetivos de reducción de emisiones a los que se vincula están claramente por debajo de los límites necesarios para salvar el clima, según los expertos de Naciones Unidas.
Los países desarrollados siguen siendo reticentes a hablar del dinero que va a ser necesario para apoyar a los países en desarrollo en la lucha contra el cambio climático. Qué curioso que los países que actualmente parecen estar más “por la labor” de llegar a un buen acuerdo sean los estados-isla del Pacífico o los países menos desarrollados que van a ser las principales víctimas de un proceso de alteraciones climáticas que, como ellos saben muy bien, ya ha empezado.
Pero no todo está perdido. Algunos países como Holanda o Reino Unido están empezando a hablar de cifras concretas de apoyo financiero a los países en desarrollo, aspecto clave para que éstos se comprometan a reducir su crecimiento en emisiones de CO2, y China, una de las piezas clave en la negociación, ya ha manifestado que la economía baja en carbono debe ser el elemento clave en la planificación política y económica.
Queda poco para el mes de diciembre y las propuestas que hay sobre la mesa distan mucho de un acuerdo capaz de detener el avance del cambio climático, así que hay que seguir trabajando. Hay que seguir hablando de los impactos que ya nos afectan para poner de manifiesto la necesidad de actuar urgentemente y hay que seguir recordando a nuestros políticos que no sólo han sido elegidos para liderar el mundo, sino también para protegerlo. Esto intentaremos hacer desde el Ártico estos días... esto ¡y un montón de cosas más que espero poder contaros!
Aida Vila, campaña Cambio climático y Energía de Greenpeace España
Expedición al Ártico 2009