El martes pasado supimos que un juez federal de Nueva Orleans acababa de anular la moratoira decretada por la Administración Obama sobre los nuevos proyectos para buscar petróleo a grandes profundidades y sobre las perforaciones petrolíferas existentes en los fondos marinos.
El juez Feldman, responsable de esta decisión, había dicho que la moratoria de Obama era "arbitraria y caprichosa", pero no había dicho que, en los últimos años, ha tenido intereses en Transocean, que es la mayor empresa de perforación en fondos marinos del mundo y propietaria de la plataforma Deepwater Horizon y de la que posee acciones por un valor de 15,000 dólares. Pero no es la única relación que del juez con la industria petrolera, datos de 2008 muestran que Feldman posee acciones en Halliburton, Prospect Energy, Hercules Offshore, Parker Drilling Co., y ATP Oil & Gas, todas ellas compañías de servicios petroleros o dedicadas a realizar perforaciones en el mar.
La moratoria de seis meses de Obama, que ponía un freno temporal a la aprobación de nuevos permisos para la perforación en aguas profundas y suspendía los trabajos en 33 pozos de prospección en el Golfo y el Pacífico, fue llevada a los tribunales por un grupo de compañías petroleras apoyadas por el estado de Louisina. Un día tardó el juez Feldman en tomar la decisión de anularla.
Greenpeace, junto a muchos grupos ecologistas como Sierra Club o Florida Wildlife Federation y muchos, ha apoyado decididamente la moratoria sobre nuevas perforaciones y consideramos que la decisión del juez de Louisiana es irresponsable y debe ser revocada, pero la cuestión no es fácil, ya que no resulta fácil encontrar en el área un juez sin vínculos con la industria petrolera. En la región del Golfo, 37 de los 64 jueces federales tienen algunos lazos con el sector petrolero.
Necesitamos un futuro sin petróleo. Si los políticos hubiesen escuchado a Greenpeace cuando les demostrábamos que es posible y beneficioso reducir el uso de todos los combustibles fósiles con ahorro, eficiencia y renovables, ahora el Golfo de México no debería afrontar una de las peores crisis ambientales de todos los tiempos.
Sara Pizzinato, responsable de la campaña de transporte