Hoy martes 10 de marzo y durante toda la semana, el pequeño comité que forma parte de una Convenio internacional, de la que muy pocos han oído hablar, se reúne en un modesto y reservado centro de convenciones europeo para tratar sobre una cuestión de trascendencia global.
Los cínicos podrían argüir que este hecho no es especialmente sorprendente o relevante. Pero cuando el Comité de la Industria Offshore (OIC) de OSPAR inicie su reunión esta mañana, en la ciudad alemana de Bonn, tendrán que lidiar con el polémico asunto de si regular o no la explotación petrolífera en las aguas del Ártico.
Nosotros creemos que esto sí es noticia.
Las aguas heladas y traicioneras del extremo norte están a un mundo de distancia de las elegantes calles de esta ciudad, famosa por ser el lugar de nacimiento de Ludwig van Beethoven. Pero la reunión que allí tiene lugar podría tener consecuencias trascendentales para el futuro de las prospecciones petrolíferas en esas aguas del norte.
OSPAR es un Convenio establecido en los años 70 para proteger el medio ambiente marino del Atlántico nordeste, de la que forman parte 15 estados y la Unión Europea, y cuyos acuerdos legalmente vinculantes han contribuido a limpiar y proteger una enorme zona de mar abierto que se extiende a lo largo de miles de millas desde las Azores hasta el extremo norte de Groenlandia.
Debido a que cerca de un 40% de la zona de influencia de OSPAR está en el Ártico, Greenpeace cree que la Comisión tiene una oportunidad privilegiada de salvaguardar este área única y poco comprendida de la inminente amenaza de las prospecciones petrolíferas. Después de todo, una de las responsabilidades clave de la Convención es “avanzar en lo posible para prevenir y eliminar la contaminación y tomar todas las medidas necesarias para proteger el área marítima de los efectos adversos de la actividad humana.”
Los riesgos de perforar en busca de petróleo en aguas que tienen a helarse son muy conocidos. No hay forma de limpiar un vertido de petróleo sobre el hielo. Los métodos tradicionales de limpieza como los booms y los separadores de aceite simplemente no funcionan en aguas heladas. La eficacia de los dispersantes químicos disminuye y sólo podemos aventurar los impactos a largo plazo sobre el ecosistema ártico. La quema in situ del petróleo estancado es mucho más complicada y limpiar el hollín y los residuos resultantes sobre el hielo no se puede hacer de inmediato. Por si fuese poco, a todo esto se añaden los problemas de las distancias, los meses de oscuridad, las intensas tormentas y el implacable frío polar.
El OIC, al afrontar estos insalvables problemas, discutió en 2014 si la región ártica de OSPAR necesitaba protección adicional, lo que tenía todo el sentido porque cuando se trata de las consecuencias potenciales de las prospecciones petrolíferas en alta mar (offshore), el objetivo de OSPAR es “prevenir y eliminar la contaminación” y proteger nuestras aguas “de los efectos adversos” de estas operaciones para ayudar a “conservar el ecosistema marino”. Las competencias del OIC son asimismo muy claras, al especificar que deben “mantener bajo revisión la necesidad de acciones para prevenir los potenciales efectos adversos de actividades en alta mar (offshore)”.
Todo esto parece el mandato perfecto para regular a los perforadores del Ártico. Sin embargo, a pesar de los riesgos tan obvios que las perforaciones petrolíferas suponen para el medio ambiente glacial, el OIC decidió en 2014 que “no había necesidad” de establecer normativas adicionales para incluir las operaciones petrolíferas y de gas en las aguas del Ártico.
Afortunadamente, la Comisión OSPAR no apoyó esta conclusión y en su lugar decidió mantenerse alerta por si en el futuro se necesitan nuevas directrices.
Greenpeace ha trabajado de manera constructiva y durante muchos años con las llamadas Partes Contratantes del Convenio OSPAR para dar voz a las preocupaciones de la sociedad civil respecto al medio ambiente del Ártico y del Atlántico Norte. Creemos firmemente que el OIC tiene una oportunidad real de estar a la altura de la merecida reputación de OSPAR de forma que:
- Reconozca la sensibilidad específica de las aguas del Ártico de OSPAR y la necesidad de acciones específicas para protegerlas.
- Establecer las áreas de la zona OSPAR del Ártico en las que las operaciones petrolíferas nunca han de tener lugar dado el riesgo para el frágil ecosistema.
Es difícil no extremar la amenaza las plataformas petrolíferas suponen aquí. Los riesgos de daño medioambiental producido por la contaminación por petróleo son potencialmente más severos en el Ártico que en cualquier otra área OSPAR.
Y es por ello que Greenpeace cree que OSPAR debe actuar para proteger el Ártico. ¡Ahora!
Jon Burgwald, Arctic Campaigner, Dinamarca
- Blog en inglés en la web de Greenpeace International
¿Qué puedes hacer tú?
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