Los pueblos indígenas de la República de Komi (Rusia) están celebrando hoy una victoria poco frecuente, después de que que una de las compañías petroleras que ha estado contaminado sus tierras tradicionales, tenga que rendir cuentas finalmente.
Lukoil, una de las compañías de petróleo que está detrás de la mayoría de los derrames en la región, ha sido condenada, por un tribunal ruso, a pagar una multa de 20 millones de dólares por la destrucción que han causado sus derrames. Los derrames de petróleo fueron investigados e identificados por Greenpeace, y después confirmados por un fiscal local de protección de la naturaleza.
El fiscal presentó el caso a la corte y ganó, y ahora esta compañía petrolera se enfrentan a una fuerte multa y una inusual llamada de atención, una buena forma de decirles que no están por encima de la ley.
La multa no soluciona el problema, pero sin duda es un gran paso en la en la defensa del medio ambiente y para los pueblos de Komi que, durante mucho tiempo, han sido ignorados u olvidados por el gobierno ruso.
Todavía recuerdo la primera vez que viajé a la República de Komi, en el extremo norte de Rusia en la primavera de 2012. En ese momento, los sentimientos de desesperanza y culpa casi me superan.
Me sentía sin esperanzas, porque los problemas parecían imposibles de superar - literalmente, podía oler el petróleo y los productos químicos y no importaba a donde fuera, en casi todas partes que miraba, me encontraba con la visión de los árboles muertos y la tierra cubierta de petróleo. Todos los peces habían desaparecido, y el hielo de los ríos estaba teñido de negro - los mismos ríos de donde los lugareños obtienen el agua potable.
Y me sentía culpable porque yo sí tenía la opción de salir de allí, mientras que aquellas personas amables, que me acogieron en sus hogares y compartieron su escasa comida conmigo, no tenían esa posibilidad. Ellos están ligados a la región, ya que a los rusos no se les permite viajar libremente. Eso les deja a la mayoría de ellos con una elección deprimente: o morirse de hambre o trabajar para las mismas compañías petroleras que están destruyendo sus tierras, su naturaleza y sus medios de vida.
Este desastre se ha prolongado durante más de 30 años, sin consecuencias para las compañías petroleras que lo habían producido. A pesar de que esto es sólo una pequeña victoria dentro de un panorama más amplio, es una gran victoria para los Pueblos de Komi.
Y esto significa que puedo volver a visitar la región sin sentir tanta culpa y desesperanza sino con la esperanza de un futuro mejor para una región que está sufriendo uno de los impactos más duros del petróleo en el Ártico.
Jon Burgwald es responsable de la campaña de Ártico en Greenpeace Dinamarca.