La de cal nos vino el pasado 6 de julio. Ese día el Congreso brasileño aprobaba modificaciones en el Código Forestal que debilita la protección de la Amazonia. Porque en la actualidad, los propietarios de fincas situadas en la Amazonia, tienen que dejar el 80% de sus tierras como Reserva Legal, y con los cambios esa protección se reducirá al 50%. Greenpeace estuvo allí, en la votación, siendo acusada de ONG holandesa imperialista que intenta frenar el desarrollo económico de Brasil.
Nada que ver con el trabajo de Greenpeace: el desarrollo económico del país puede y debe ir de la mano de la conservación del bosque primario más grande del Planeta. Y tenemos dos grandes ejemplos: dos de arena para la Amazonia.
La primera de arena vino dos días más tarde
Desde el corazón de la Amazonia, donde desaparecen enormes extensiones de selva para cultivar soja, hasta Europa, donde la soja es utilizada sobre todo como pienso para alimentar al ganado.
La buena noticia es que un año más los propios productores y grandes empresas exportadoras de soja han anunciado la moratoria durante la cual no se puede comprar soja procedente de cultivos implantados en zonas recientemente deforestadas en la Amazonia.
La segunda de arena nos llega hoy
La expansión de la cabaña ganadera para producción de carne y cuero, es la principal causa de deforestación en la Amazonia brasileña. Lo que celebramos es que las cuatro mayores empresas del sector ganadero acaban de anunciar que han dejado de comprar ganado de 221 granjas localizadas en tierras de comunidades indígenas, en áreas protegidas o en áreas recientemente deforestadas. Más 1.787 propiedades se están verificando, e incluso se han creado puntos de referencia geográfica para más de 12.500 explotaciones que representan el 100% de sus proveedores directos en la región.
Los consumidores estamos preocupados por el medio ambiente, por ello, empresas relevantes están dando pasos importantes para seguir siendo competitivas y cumplir con la demanda del mercado mundial con productos que no procedan de la destrucción de los bosques. Empresas como McDonald`s, Marks & Spencer y Carrefour han vuelto a reafirmar su compromiso de no vender productos que destruyan la Amazonia,
Pero para que esto pueda ser una realidad, el Gobierno brasileño tiene que darnos arena y no cal. Tiene que parar las modificaciones del Código Forestal que irá próximamente al Parlamento (Cámara de Diputados), y más tarde al Senado. Sólo así se podrá proteger este bosque primario de importancia planetaria.
Mónica Parrilla, campaña de Bosques de Greenpeace