Tuiter-Acción/ Divorcio eléctrico, ¡ya!

La “boda” entre el presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, y el presidente del gigante eléctrico Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, ha sido la estrella en el día del Medio Ambiente. El evento sirvió para hacer público un amor apasionado, que hasta ahora se había mantenido oculto.

Una de las cosas que más llamó la atención de la ceremonia fue que, mientras los rostros de los tres políticos que se casaban (Rajoy, Aznar y González) eran conocidos por todos, muy poca gente era capaz de identificar a los otros tres contrayentes (los presidentes de Iberdrola, Endesa y Gas Natural Fenosa). Y sin embargo, la paradoja es que estos tres presidentes eléctricos tienen más poder que los presidentes elegidos democráticamente. Al menos, el poder del Sr. Galán sobre la política energética del Gobierno es patente, como queda reflejado en el informe de Greenpeace “Iberdrola: empresa enemiga de las renovables”.

Iberdrola está presionando para que la reforma energética que prepara el Gobierno resulte favorable a los intereses de la compañía. Las “negociaciones” entre el Gobierno y las eléctricas son todavía menos conocidas que el rostro de los presidentes de estas, pero todo hace temer que el objetivo sea lograr un cambio de reglas para sacar del sistema eléctrico a las energías renovables (al menos, en la cantidad que resulte conveniente a las grandes eléctricas lideradas por Iberdrola), aumentar la quema de gas en sus centrales térmicas y alargar la vida de las viejas nucleares.

La rocambolesca historia de la vieja “cafetera” nuclear de Garoña habla por sí sola. Es difícil encontrar en los anales de la política energética más ejemplos de contradicciones, cambios de opinión y giros inexplicables. Hoy debe comenzar, ley en mano, la cuenta atrás para que, el día 6 de julio, Garoña empiece a ser desmantelada.

Pero Garoña ha sido la pieza visible con la que Iberdrola y Endesa han venido chantajeando al Gobierno con el cierre de esta central, para lograr que la reforma energética favorezca a las eléctricas, aprovechándose de la trampa que el PP se ha puesto a sí mismo al vincular su imagen política a la permanencia de la energía nuclear y, sobretodo, por la falsa creencia de que la energía nuclear es barata . La “gran sorpresa” ha sido que las propias compañías eléctricas defienden lo contrario, porque la caída de precios del mercado (por las renovables), los nuevos impuestos y las inversiones en seguridad tras Fukushima hacen que Garoña sea inviable económicamente.

Y esto es solo la punta del iceberg de lo que implica un matrimonio de conveniencia que desprecia la seguridad nuclear, que sacrifica a las energías renovables y que actúa sin tener en consideración a las personas y al medio ambiente.

Exige el fin de ese matrimonio: ¡que se divorcien de una vez! ¡TUITERACTÚA!