Como ya ocurriera el pasado mes de abril, Greenpeace Holanda publica hoy una nueva filtración sobre la negociación del TISA, el Acuerdo Internacional sobre el Comercio de Servicios. Este acuerdo engloba a más de 50 países, incluidos los miembros de la UE, afectando por tanto a más de 1800 millones de habitantes.
Al igual que el TTIP (acuerdo UE-EE.UU) y el CETA (acuerdo UE-Canadá), el TISA promete impulsar la desregulación del sector servicios, es decir, los sectores energéticos, de transportes, abastecimiento de agua y otros servicios básicos. Y también como sus homólogos, este acuerdo está siendo negociado en secreto, hasta el punto de que algunos documentos de este acuerdo están sujetos a una cláusula que impide su publicación hasta cinco años después de la firma del acuerdo.
¿Para qué tanto secretismo? Para que no nos enteremos de quién está moviendo los hilos, para que la ciudadanía no sepa que Google o Facebook están decidiendo sobre los derechos de privacidad, que las entidades financieras se están regulando así mismas o que la industria de los combustibles fósiles están intentando prolongar su agonía y evitar de esta forma la necesaria descarbonización de la economía y la transición hacia otro modelo energético.
Acompañando a la filtración de los documentos, hoy también publicamos un pequeño análisis sobre cómo el TISA aborda los servicios energéticos. Y esta “desregulación” es motivo de gran preocupación.
El TISA no quiere más regulaciones, aunque estas sean para frenar el cambio climático. Entre las medidas obligatorias incluidas en el acuerdo se incluye una congelación de cualquier nueva medida reguladora que restrinja el comercio de servicios energéticos. No es la única cláusula. Una vez liberalizados los servicios (energéticos, de agua potable, educación, etc.) estos no podrán volver a ser renacionalizados, aunque así lo decidan los gobiernos legítimamente elegidos.
El TISA no diferencia entre energías limpias y contaminantes, haciendo imposible una eliminación gradual de los combustibles fósiles más perjudiciales para el clima como el carbón, las arenas bituminosas o el gas de fracking.
El TISA va en dirección contraria al Acuerdo de París. Y esto es precisamente lo que no podemos aceptar. Los acuerdos comerciales tienen que ser diseñados para reforzar la acción contra la degradación del planeta. En lugar de priorizar el beneficio de las grandes empresas y de distanciarse de los acuerdos multilaterales como el de París, estos acuerdos deberían de poner la transparencia y la defensa del planeta en primer plano.