Luis se levanta pronto cada mañana. Si el sueño le deja abrir los ojos mira por la ventana de su casa, y después de desayunar fuerte se acerca al puerto, donde ya le están esperando. Comienza un día de faena. La embarcación está en marcha, navegan. No mucho, pero lo suficiente para poder capturar algo de pescado. Recogen la red o las nasas -según la temporada- que han calado el día anterior y van seleccionando la captura. Luis y otros pescadores y pescadoras saben que hay que devolver al mar las especies que no cumplen la talla. Así, devuelven los pulpos más pequeños al mar, para que puedan reproducirse y siga habiendo captura en un futuro.
A unos miles de kilómetros de distancia, Abdou se levanta, posiblemente a la misma hora que Luis. No creo que el desayuno de Abdou sea el mismo que el de Luis. También es muy diferente lo que ve por la ventana y la temperatura que soporta. Normalmente Ahmedou hace lo mismo que Luis, madruga para capturar pescado, que luego vende en la playa o en el mercado de su ciudad. Pero hoy es un día distinto.
Hoy en Dakar, donde está Abdou, no salen a pescar porque hoy llega el Arctic Sunrise, un barco de Greenpeace. Los pescadores artesanales en Senegal ya saben qué es Greenpeace. A finales del año pasado Greenpeace África, junto a los pescadores artesanales, recogió 600 firmas para pedir por la protección de la pesca artesanal. El año pasado Luis asistió a un taller que organizó Greenpeace para hablar de pesca artesanal en España. Mismo fin, mismo tema, a miles de kilómetros de distancia.
Greenpeace apoya la pesca artesanal, porque es sostenible y responsable e impacta menos en las comunidades marinas. Esta representa el 80% de la pesca en España, pero en África esa cifra es casi el 100%, y proporciona empleo y un entramado socioeconómico en las comunidades costeras.
Ayer Abdou recibió al Artic Sunrise, que se encuentra el África para protestar contra la sobreexplotación pesquera que han provocado flotas como la rusa, la china o la europea. Los países han ejercido tal presión pesquera sobre sus caladeros que han tenido que mover sus flotas a otros países, sin considerar que pasará con los pescadores de esas zonas. Sería mucho más razonable que hubieran gestionado los recursos desde un principio.
Ahmedou y Luis luchan porque la Política Pesquera Común, una normativa que se está reformando ahora en Europa, cambie esta situación. ¿Cómo? De manera sencilla: solo hay que fomentar y proteger la pesca artesanal, y reducir la capacidad pesquera y la sobrepesca. ¿Hay voluntad? Sí, los pescadores y pescadoras artesanales la tienen. ¿Y los gobiernos?
Celia Ojeda (@Celia_Ojeda), responsable de la campaña de Océanos de Greenpeace.