Es evidente que la técnica del fracking ha creado un enorme rechazo social e incluso institucional (Francia, Bulgaria, Escocia, Gales...). En Europa y en muchos otros países del mundo (EEUU, México, Argentina, Argelia...) estamos asistiendo como la oposición a la fractura hidráulica ha bloqueado el desarrollo de nuevos proyectos. En España está incluso cuestionando al Gobierno central, empeñado en obligarnos a aceptar el fracking como salvación a su errática política energética. Una política en la que se está primando depender más y más de los hidrocarburos a costa de liquidar el avance de las tecnologías renovables.
Acción contra el fracking en Inglaterra
La última maniobra del ministro de Industria para introducir el fracking en España, abriendo los brazos a la industria, tuvo lugar en el Congreso la semana pasada. El Gobierno llevó al hemiciclo un Proyecto de ley para modificar la actual Ley de hidrocarburos. A pesar de los supuestos beneficios vendidos para todos por el ministro, el leitmotiv del texto normativo no es otro que eliminar el principal escollo a la implantación del fracking y la exploración de hidrocarburos en nuestro país, dando dinero y comprando voluntades. Incluso destinando una partida de los Presupuestos Generales del Estado a “incentivos para las Comunidades Autónomas y Entidades Locales que desarrollen actividades de exploración, investigación y explotación de hidrocarburos“.
Y el escollo no es pequeño pues se trata de agricultores, ganaderos y dueños de los terrenos (particulares o ayuntamientos), que son la primera línea en el frente de la batalla contra el fracking. Pues en España, a diferencia del caso de EE.UU., el propietario de los recursos naturales del subsuelo y de los beneficios económicos que puedan extraerse de ellos (tras haber logrado autorización por parte de la Administración) es el Estado que los cede “amablemente” a las empresas que vengan a explotarlos.
En definitiva que como denunciaba recientemente Greenpeace “Estamos gobernados por las empresas” y nuestro Gobierno no tiene ningún reparo en hacer lo que sea para beneficiarlas. Ya lo vimos en Canarias con la autorización a Repsol para perforar frente a las costas de Lanzarote y Fuerteventura, destinando incluso un buque de la Armada para proteger esos intereses particulares. Pero para desgracia de la industria del fracking y de sus acólitos ya no es tan fácil engañarnos. La población está bien informada y se organiza para luchar contra de las mentiras institucionales y las falsas promesas de una industria que su único interés es el suyo.
¿Qué puedes hacer tú?
- Descubre más información sobre el fracking en la web de Greenpeace