Día 10 de diciembre, Día Mundial de los Derechos Humanos. Barack Obama ha recibido el Premio Nobel de la Paz en Oslo. El motivo por el que se le ha concedido es, literalmente, “por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos”...
Desde temprano, la tripulación del Rainbow Warrior estuvimos, junto con voluntarios noruegos y otros venidos en autobús desde Copenhage, en los puntos donde Obama iba a hacer parada. Nuestra misión era repartir cientos de pequeños carteles de mano con nuestro mensaje: “Obama: Nuestro Clima, Tu Decisión”.
Horas después, desde el Centro Nobel de la Paz, pudimos ver en una gran pantalla el acto de entrega del premio. Y entonces, llegó su discurso. Oímos frases como: “los instrumentos de la guerra tienen un papel que desempeñar para preservar la paz” y “la guerra es a veces necesaria”. Escuchar a la persona que estaba recibiendo el Premio de la Paz más conocido y prestigioso del planeta justificar la guerra y el uso de la fuerza, justificar la muerte en combate ya ocurrida y la que está por venir como un acto glorioso, etc. Y todo ello estando además en el edificio en el que nos encontrábamos... ¡Qué mezcla de indignación y tristeza! ¿Cómo se atrevió a decirlo? ¿Cómo se atrevió? Fue como sentir una gran bofetada. Qué insulto tan grande hacia todos los que han recibido ese mismo premio y han dedicado sus vidas a encontrar la paz y la resolución pacífica de conflictos, a conseguir afianzar los derechos humanos, civiles y sociales, a lograr la mejora del ser humano.
En fin, dicho esto, también pudimos oir cómo Obama hacía una breve referencia a la necesidad de que el mundo entero se una para combatir el cambio climático y también declaró que “si no hacemos algo, nos enfrentaremos con más sequías, hambre y desplazamientos masivos que serán causa de más conflictos”. Bueno, más vale algo que nada, aunque sea poco. Lo dijo como metido con un calzador en medio de su discurso... Da la sensación de que toda la presión por parte de los grupos ambientalistas, incluído por supuesto Greenpeace, ha dado algo de fruto. La próxima semana en Copenhage veremos qué es lo que el país que lidera está dispuesto a hacer para frenar el calentamiento global del planeta siendo Estados Unidos el país que más contribuye a ello.
Por la tarde, acudimos a una manifestación convocada por varias organizaciones pacifistas noruegas Allí nos encontramos con gentes de muchos países, muchos mensajes de búsqueda de paz y justicia para dar a Obama. Fue muy emocionante participar en ella. En esos momentos, tuvo más sentido que nunca el haber ido hasta Oslo. Fue masiva la petición de acabar con la guerra en Afganistán pero no fue menos la adhesión a nuestra causa, frenar el Cambio Climático. Fue maravilloso ver cómo tanta gente se unía a nosotros y levantaba bien alto nuestros carteles.
De todos los momentos hoy vividos, hay dos más que quiero resaltar. La aparición esta mañana de una preciosa mujer procedente de una isla del Pacífico que está empezando a desaparecer bajo las aguas debido al deshiele de los polos. Con un frío que pelaba, vestida a su manera tradicional y portando una sencilla pancarta que decía: “Help me save Tuvalu” (“Ayúdame a salvar Tuvalu”). Qué poderío puede llegar a tener una sola persona, cómo se puede llegar directamente al corazón con tan sólo una imagen.
El otro momento sucedió a bordo del Rainbow. Al finalizar el día, nos reunimos en la bodega del barco. Allí estábamos todas las personas de Greenpeace que habíamos estado trabajando juntas estos últimos días. Todos juntos reunidos al amparo de este barco que ha participado en tantas batallas. Todos unidos por un mismo ideal, las ganas de cambiar el mundo, de proteger la vida que hay en él, de luchar pacificamente.por preservar el planeta. Todos, viniendo de direntes países, culturas y edades, formando una gran hermandad.
Ha sido un día largo y muy intenso. Quiero terminarlo llevándome a la cama un buen pensamiento, algo que dijo uno de los grandes artífices de la no-violencia y que consiguió tan grandes logros con ella, Mahatma Gandhi: “No hay camino para la paz, la paz es el camino”.
En Oslo…Maite Mompó y Ana Carla Martínez , marineras de Greenpeace, a bordo del Rainbow Warrior