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Prueba nuclear |
El reactor nuclear de Bushehr, una ciudad iraní situada junto al Golfo Pérsico, comenzó a construirse en 1975 por empresas alemanas. En 1979, la construcción se detuvo con la llegada de la revolución islámica a Irán. En 1995, el Gobierno iraní firmaba un acuerdo con Rusia para finalizar el reactor. El pasado 21 de agosto, la central nuclear era “inaugurada”. Para Greenpeace, se trata de una mala noticia.
Sin embargo, no es demasiado tarde para dar marcha atrás. La carga de combustible del reactor nuclear de Bushehr envía una peligrosa señal a Oriente Próximo y amenaza con poner en marcha una reacción en cadena que lleve a la nuclearización de toda la región.
Independientemente de si Irán está desarrollando armas nucleares o no, los programas nucleares generan desconfianza y constituyen una clara amenaza, ya que significan una mayor proliferación. La comunidad internacional no está actuando correctamente ante este problema.
Hay que buscar una solución duradera a la proliferación de armas nucleares , que incluya el fin de enriquecimiento de uranio, la eliminación gradual de la energía nuclear y el desarme completo de todos los Estados poseedores de armas nucleares.
El programa de armas nucleares de Israel y el desarrollo nuclear de Irán están jugando un papel desestabilizador de la región. La solución es simple: las negociaciones sobre una Zona Libre de Armas de Destrucción Masiva en Oriente Próximo aumentará la confianza y la cooperación entre los países y puede hacer una profunda contribución a los procesos paralelos de paz y los esfuerzos para aliviar las tensiones entre las potencias regionales.
Un fallo del reactor de Bushehr podría tener un impacto devastador sobre el medio ambiente del Golfo y la salud de las comunidades cercanas, en lo que es una zona de tránsito crucial para la seguridad energética actual de la economía mundial.
Irán cuenta con abundantes recursos energéticos limpios y renovables. Invertir en eólica y solar en vez en energías sucias, peligrosas y costosas tecnologías nucleares aliviaría significativamente las preocupaciones internacionales, al tiempo que aumentaría la seguridad energética de Irán.
La energía nuclear es un legado mortal del siglo XX y todos los países, incluido Irán, deben aprovechar las fuentes de energía renovables, como la eólica, solar y geotérmica, para proporcionar la energía que necesitamos en el siglo XXI sin poner en peligro nuestra seguridad.
Greenpeace España