Nuevamente en marzo hemos visto como la generación de energía eólica continúa batiendo récords en nuestro país. Este último mes el consumo de electricidad que ha sido cubierto con eólica ha sido de un 16,7% sobre el total, lo cual supone un nuevo récord. Si lo comparamos con la media de 2007, por ejemplo, en el que la eólica aportó el 10% del consumo eléctrico nacional, la generación continúa aumentando de manera imparable.
Se trata de la mejor noticia en un panorama francamente preocupante: el consumo energético continúa aumentando a pesar del parón económico que parecen mostrar muchos indicadores. En los tres primeros meses del año el consumo eléctrico ha aumentado un 2,4% con respecto al año anterior. En estas condiciones de aumento constante del consumo de energía es imposible acercarse siquiera a la sostenibilidad.
No faltará quien se alegre del aumento del consumo de energía, y quiera mostrarlo como un dato positivo de "crecimiento y desarrollo". Pero lo cierto es que es motivo de preocupación, al menos para quienes nos preocupa la situación de degradación ambiental en la que estamos, y el incumplimiento de nuestros compromisos internacionales en materia de emisiones contaminantes.
Ciertamente las energías renovables, en especial la eólica, están dando sobradas muestras de su capacidad, fortaleza y potencial, dejando en evidencia con sus buenos resultados a las voces más escépticas. Sin embargo el esfuerzo para contener el aumento de la demanda de energía es nulo, como inexistentes son las campañas de ahorro e impulso de la eficiencia energética.
Los defensores de la energía nuclear debieran empezar a recoger velas - o mejor, átomos - después del fiasco nuclear finlandés: el buque insignia del "renacimiento" nuclear se hunde en el fango antes incluso de haberse terminado su construcción. Los costes de construcción de la nuclear de Oikiluoto-3 se disparan, y el calendario se duplica. La empresa nuclear francesa Areva empieza a dar muestras de nerviosismo ante lo que tiene visos de convertirse en un sonado fracaso.
Conviene, pues, recordar lo evidente: el kilovatio que menos contamina es el que no se consume. Una idea por tanto para el nuevo gobierno: que se promuevan el ahorro y la eficiencia energética, que junto con políticas de gestión de la demanda y un continuado impulso a las renovables, son las políticas que pueden sacarnos de la creciente crisis ecológica y energética. Antes de que el demagogo de turno me acuse del viejo tópico de "ecologistas de la cueva y el cándil", ya advierto que son estas las políticas energéticas más modernas y eficaces, y que sirven para mejorar la calidad de vida de la ciudadanía.
Juan López de Uralde, director de Greenpeace.