Las autoridades de Indonesia no han permitido que el Rainbow Warrior, el barco insigna de Greenpeace, entre en aguas de su país. El barco no entrará, pero el mensaje de Greenpeace ha penetrado de manera impactante. Y porque hemos puesto en evidencia a los grandes empresas implicadas en la deforestación, en los sectores de la producción de papel y de aceite de palma, ahora somos considerados por algunos sectores poderosos como personas non gratas.
Pero el rechazo es de los poderosos, no de la sociedad civil. El pasado viernes, el director de Greenpeace Internacional, Kumi Naidoo, junto con otros compañeros se reunía en nuestra oficina en Indonesia con los líderes de los tres principales sindicatos que forman parte de la Confederación Internacional de Sindicatos. Estas sindicalistas, que también forman parte de la Unión Internacional del Trabajo, tienen una gran vinculación con la industria, con los mismos que se han pronunciado pidiendo al gobierno de este país que no permita la entrada del Rainbow Warrior a Indonesia.
Kumi explicó y clarificó las propuestas de Greenpeace y aportó la experiencia de otras latitudes donde las asociaciones de productores y comerciantes y sindicatos pueden trabajar codo con codo con Greenpeace. Uno de los mejores ejemplos es el trabajo conjunto de Greenpeace con el sector productor de soja en Brasil, colaboración que se plasma en una moratoria (que lleva ya tres años) al cultivo de soja en áreas recientemente deforestadas.
Les explicó también que estábamos allí realizando una campaña contra de la deforestación, y que una moratoria a las nuevas deforestaciones no supondría en absoluto la pérdida de 30.000 puestos de trabajo como afirma el sector productor de aceite de palma. La moratoria abre la posibilidad de que los cultivos sigan desarrollándose en zonas no forestales degradadas, algo que también propuso el Presidente de Indonesia en la firma del acuerdo bilateral con Noruega.
Aparte de la cuestión de la moratoria, se habló sobre cómo puede la industria seguir adelante sin destruir los bosques y, por supuesto, sin pérdida de puestos de trabajo.
Tras una hora de conversación, ambas partes estaban de acuerdo en buscar una oportunidad para trabajar conjuntamente en el futuro. Ellos propusieron incluir a Greenpeace como una de las organizaciones de referencia para hablar sobre el calentamiento global. Otra forma de colaboración que surgió fue la de elaborar un informe sobre los nuevos empleos que se generarían apostando por un modelo energético revolucionario basado en las renovables.
Una vez más dejamos claro que no es una campaña contra el desarrollo de indonesia, sino al revés, una campaña que busca la protección de sus bosques de interés planetario de una manera sostenible con el desarrollo del país.
Mónica Parrilla y Miguel Ángel Soto, campaña de Bosques de Greenpeace