En Italia, un país en el que existe una ley según la cual está prohibido cultivar transgénicos, alguien se ha atrevido a hacerlo. A pesar de que esta ley 212 de 24 de abril de 2001, que prevé arrestos de hasta tres años y multas de hasta 51.700 euros, un agricultor vinculado a la multinacional Monsanto ha sembrado al menos dos parcelas con el peligroso MON 810 (el maíz de Monsanto que España cultiva a gran escala en solitario) en la región Friuli Venezia Giulia. Además de la ley nacional, el ministro de Agricultura, Salud y Medio Ambiente de esta región firmó el pasado mes de abril un decreto que prohibe específicamente este maíz.
Ante el peligro que supone este maíz para la agricultura y el medio ambiente, el pasado viernes 30, un grupo de voluntarios de Greenpeace procedentes de varios países europeos decidieron actuar para proteger a los maíces no transgénicos de esta región, poniendo al campo de MON 810 en cuarentena. Para ello, aislaron y cortaron los penachos (las inflorescencias masculinas del maíz) de las plantas de este campo para parar la liberación del polen que llevaba ya varios días saliendo.
Consiguieron neutralizar tres cuartas partes del campo, hasta que las fuerzas del orden les obligaron a abandonar la zona. En todo momento los activistas tomaron todas las medidas adecuadas para no dispersar polen, plantas o semillas.
Debemos recordar que la contaminación genética provocada en gran medida por la emisión de polen por parte de las plantas transgénicas, puede alcanzar no solamente a los campos no transgénicos vecinos, provocando graves problemas ambientales y económicos, sino que afecta al conjunto de la biodiversidad. Este maíz, por ejemplo, contiene un gen patentado por la multinacional Monsanto, que convierte a cada planta en un productor de un veneno insecticida, el cual afecta directamente a determinadas especies de insectos y se acumula peligrosamente en los suelos.
Simultáneamente un grupo de 30 organizaciones organizaba una manifestación en la ciudad vecina de Pordenone. Varios políticos de la región se involucraron en los hechos posteriores a la acción, considerando que la coalición, organizaciones y Greenpeace estaban defendiendo el derecho de todas y de todos a cultivar y a comer sin transgénicos. A pesar de que Greenpeace no eliminó las plantas sino solamente los penachos, incluso el anterior ministro de Agricultura y actualmente presidente de la vecina región de Véneto afirmó en una nota de prensa que “Greenpeace ha hecho bien. Estos Organismos Modificados Genéticamente son una cosa asquerosa que debe ser destruída”
Greenpeace en Italia sigue buscando posibles campos transgénicos en las regiones del norte, y el Gobierno ha afirmado que enviará inspectores para identificar infractores. Mientras, en España seguimos trabajando para dejar de ser el único país de la UE que cultiva transgénicos. El futuro de la agricultura y la alimentación será ecológico y social o no será.
Juan-Felipe Carrasco, Campaña de transgénicos.