El viernes 11 de marzo de 2011 un terremoto de 8,9 grados en la escala richter sacudía Japón y el mundo entero se quedaba sin respiración pendiente de las imágenes del tsunami que recorrían el planeta. Todavía incrédulos ante la magnitud de la tragedia, a primera hora de la mañana del sábado veíamos por televisión una gran explosión en la central nuclear Fukushima-I, se decretaba entonces el estado de emergencia nuclear.
Pero no fue hasta el 12 de mayo, mas de dos meses después del accidente, que Tokyo Electric Power Co, TEPCO, la compañía propietaria, contaba parte de lo ocurrido en aquel fatídico día. Aunque ellos sí sabían que su central nuclear no resistiría, ya que en 2008 realizaron un estudio que indicaba la posibilidad de un tsunami de 10,2 metros, aunque pensaron que el riesgo era "poco realista" y no hicieron nada al respecto.
Con el terremoto, el reactor de la central nuclear, un modelo BWR de General Electric que es idéntico al instalado en Garoña el mismo año de 1971, comenzó el proceso de parada y se insertaron las barras de control para reducir la reacción atómica. El sistema de bajada de temperatura y de presión empezó a funcionar también, pero 10 minutos después se paró y todo ello cuando el tsunami aún no había llegado, aunque TEPCO no sabe decir por qué ocurrió. Se empezó a fundir sólo cinco horas después del terremoto y llegó a la fusión completa 16 horas después.
Pero lo que TEPCO dijo aquel día fue, que los 6 reactores estaban cerrados, y que harían todo lo posible por restaurarlos. Durante todo el año, hemos asistido a las declaraciones y desmentidos posteriores, y por eso sabemos que la información no la cuentan cuando la conocen, y además tampoco la cuentan toda.
Pero para mostrar la verdadera cara de la compañía eléctrica, únicamente hace falta saber que los abogados de Tokyo Electric Power (TEPCO) sostienen que "los materiales radiactivos (como el cesio) que se dispersaron procedentes de la nuclear pertenecen a los propietarios de las fincas y no a TEPCO. Sus argumentos son tan falsos como hipócritas, y no podemos evitar que nos recuerden a los que usan otras compañías del mismo sector, y propietarias de centrales nucleares, también para defender sus intereses, y que nada tienen que ver con el interés social y medioambiental.
Por Raquel Montón (@raquelmonton), responsable de la campaña Nuclear de Greenpeace España.
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