Hoy se ha publicado un estudio que demuestra que los insecticidas neonicotinoides dañan a las abejas en el mundo real, lo que viene a confirmar las investigaciones realizadas en laboratorio. Con esto se demuestra también que las alegaciones de la industria de que los neonicotinoides no perjudican a las abejas cuando son bien utilizados en el campo son totalmente infundadas. Y eso que… el estudio fue financiado en parte por Bayer y Syngenta, que ya han mostrado, como era de esperar, su malestar respecto a las conclusiones.
Ahora, las conclusiones de este estudio deben ser asumidas por los responsables políticos que deben mostrar valentía, actuar con urgencia y eliminar de una vez por todas estos insecticidas de nuestros campos. Sabemos muy bien que el actual declive de las poblaciones de abejas es la consecuencia de un conjunto de factores que interactúan y que los neonicotinoides no son los únicos que las afectan, pero es urgente actuar. Prohibir los plaguicidas demostradamente peligrosos para las abejas, y otras especies, es la forma más rápida de quitarles una importante presión y permitir que estén más fuertes para enfrentarse a las demás amenazas.
El estudio se llevó a cabo en 33 grandes fincas agrícolas repartidas por Alemania, Hungría y Reino Unido. Se han estudiado los efectos en abejas melíferas, abejorro común y una especie de abeja solitaria que vivían en las inmediaciones de campos de colza cuyas semillas habían sido tratadas con clotianidina (Bayer) o tiametoxam (Syngenta) y se compararon con aquellos campos donde no se utilizaron insecticidas durante el año de estudio. En Hungría se reportó un declive del 24% durante el invierno y en Reino Unido entre un 67% y un 79%. En Alemania no se reportó ningún declive pero los investigadores han constatado que en Alemania solo el 15% del alimento de las abejas provenía de los cultivos tratados en comparación con el 40-50% en Reino Unido y Hungría. Uno de los investigadores afirmó lo siguiente: "Claramente las abejas en Alemania se están alimentando de otros recursos florales y están menos expuestas a los neonicotinoides".
Muestra además algo muy importante: las abejas son afectadas, no solo por el tratamiento directo, sino también por los residuos que persisten en el campo. Esto plantea el espectro de una repetición de lo que ya denunció Rachel Carson en su libro “Primavera silenciosa” respecto al DDT.
El estudio se suma a la creciente evidencia de que los insecticidas neonicotinoides dañan a las abejas melíferas y silvestres. El posicionamiento a favor de una prohibición total de estos insecticidas debe ser ahora incuestionable y marcar un punto de no retorno para estos insecticidas. Las abejas son un pilar vital para los ecosistemas y la cadena alimentaria. No podemos permitirnos correr riesgos respecto a su bienestar.
Por ello, exige a la ministra Tejerina que se posicione en contra de estos insecticidas y apoye su prohibición total.