Hoy se cumple un mes desde que se iniciara el accidente nuclear de Fukushima, y sigue sin estar controlado. Un mes ya y, a pesar de todos los intentos realizados, aún no se ha logrado refrigerar el combustible nuclear de esos reactores.
Lo que ocurre en esa central nuclear es en realidad una larga batalla del ser humano contra uno de los monstruos que él mismo ha creado. En Fukushima la energía de fisión nuclear nos ha mostrado su verdadera cara, la de una tecnología ingobernable, que se escapa de nuestro control mucho más fácilmente de lo trataba de hacernos creer la industria nuclear. Three Mile Island, 1979; Chernóbil, 1986; Fukushima, 2011, por citar los accidentes más graves. No uno cada 10.000 años, como nos aseguraba el lobby nuclear.
Y al escapar el monstruo del control humano lo hace vomitando grandes cantidades de radiactividad que están contaminando el aire, el suelo, el mar; provocando un daño a la salud del ser humano y de los demás seres vivos, lesionando a los ecosistemas, un daño que será cada vez más perceptible a medida que pase el tiempo. Probablemente, áreas extensas no podrán volver a ser habitables en muchos años a causa de la contaminación por elementos radiactivos como el cesio-137, de 30 años de vida media, y que mantendrá su peligrosa presencia en esas zonas durante muchas décadas.
El accidente de Fukushima ha demostrado que puede haber eventos en una central nuclear, como la pérdida de suministro eléctrico (ya sea provocada por un terremoto y un tsunami, o por una inundación, la rotura de una presa aguas arriba, un ataque terrorista, sabotaje, fallo técnico o humano…,) que conducen al desastre nuclear, y que ello puede pasar en cualquier país, tal y como ha pasado en Japón, tercera potencia económica, líder tecnológico mundial, el más riguroso en seguridad nuclear…
Cuando se cumple un mes del accidente, activistas de Greenpeace han proyectado imágenes y mensajes antinucleares en todas las centrales nucleares españolas en funcionamiento para reclamar el fin de la era nuclear. “No más Fukushima”, “Peligro nuclear” o “Danger” han sido los mensajes proyectados por Greenpeace en todas las centrales nucleares para reclamar el abandono de la energía nuclear y exigir al PSOE el cumplimiento de su compromiso de abandonar la energía nuclear en España.
Con esta acción pacífica, Greenpeace llama la atención sobre el funcionamiento peligroso de las centrales nucleares españolas. El parque nuclear español está al final de su vida útil (su vida media es ya de 29 años) y sufre graves problemas de seguridad, especialmente la central nuclear de Garoña que tiene importantes problemas de corrosión en diversos componentes de la vasija del reactor (el “corazón” de la central, que encierra el combustible de uranio). Además, la Cultura de Seguridad de la mayoría de los titulares de estas centrales es muy deficiente, lo que ha provocado situaciones de riesgo muy graves (Garoña, Cofrentes, Vandellós-2…), e incluso escapes radiactivos al exterior (Ascó-1). Todas ellas son muy vulnerables frente a posibles ataques terroristas, como Greenpeace demostró, mediante acciones pacíficas, el año 2002 en Zorita, en 2007 en Almaraz y en 2011 en Cofrentes. Ninguna resistiría el impacto de un avión comercial, ni de un misil.
¿Nucleares?, NO gracias.
Carlos Bravo, responsable de la campaña Anti-Nuclear de Greenpeace
- Galería de imágenes de las proyecciones
- Comunicado de Prensa: Activistas de Greenpeace realizan proyecciones en todas las centrales nucleares españolas
- Página especial "Crisis nuclear en Japón"
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