En julio, me subiré a un tren bien temprano en la estación de St. Pancras, en Londres; atravesaré París a media mañana y el resto de Francia por la tarde. Al atardecer, cruzaré la frontera llegando a Donosti al anochecer, justo a tiempo para unos pinchitos. Dormiré un poco y ¡egun on!...a coger el Expreso del Norte, que llegará a Ourense un poco antes de las seis de la tarde. En el andén de la estación me esperará el coordinador de los campas, inconfundible con sus pantalones cortos y su gorra, y a las 21:30 horas estaré cantando "¡soy una taza!" Habré llegado a mi destino: los campamentos de Greenpeace.
¿Realmente merece la pena? ¿Qué hace que desde 2005 quiera repetir y me pase 355 noches al año soñando con estar allí? Es difícil explicar que esté enamorado de diez días de dormir poco o casi nada, rodeado de más de cincuenta jóvenes preguntando sin cesar: “Moni, ¿me puedo subir a la torre del ayuntamiento para colgar una pancarta que diga "Tanquem las Nucleares?"; “Moni, ¿puedo llamar al concejal de medio ambiente para preguntarle por qué no cambian la gestión de residuos en el pueblo?” ; “Moni, ¿verdad que Greenpeace es una organización internacional?”; Son, en definitiva, días de intensa convivencia con los voluntarios de Greenpeace en una pequeña habitación de albergue.
Pero es que, a pesar de que parece duro, los campamentos de Greenpeace son mucho más. Son una experiencia única, un proyecto en el que los jóvenes aprenden y lideran un cambio, una lucha por un futuro más verde y en paz. Así es que, ese tren de julio, será mi tren a la ilusión, un viaje para cambiar el mundo con los más temibles piratas, los guerreros del arcoiris que estarán este verano en Ourense y Valencia.
Soy monitor de los campamentos de Greenpeace porque verlos a ellos y a ellas me da la fuerza para seguir luchando. L@s chaval@s de estos campas son nuestro mejor futuro pero, sobre todo, el mejor de mis presentes.
¡¡¡Ven y prueba!!! ¡Repetirás cada verano del resto de tu vida! Incluso aunque ya no tengas edad para venir de participante. ¡Por eso nos hacemos monitores!
Hugo de Armas, monitor en los campamentos de Greenpeace
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