Me encuentro de nuevo en Donosti, esta vez para realizar un taller de acciones junto con el Director de Participación de Greenpeace, Julián Carranza, como parte de los cursos de verano de la Universidad del País Vasco. Para preparar el taller, hemos comenzado por la sencilla pregunta: ¿por qué actuamos?
Bueno, porque es el corazón de Greenpeace. Esta organización fue fundada en 1971 por un pequeño grupo de pacifistas precisamente actuando contra las pruebas nucleares estadounidenses. Hoy actuar sigue siento tan importante como antes en nuestra ambición de un mundo más verde y en paz.
“Cuando has sido testigo de la injusticia, no puedes agarrarte a la ignorancia como excusa para la inacción. Tienes un dilema ético: actuar o no actuar”, dijo en su día Ben Metcalfe, uno de los históricos de Greenpeace.
Cuando somos el país más árido y de los más castigados por el cambio climático; cuando tenemos varios de los focos de contaminación más serios del continente; cuando después del desastre de Fukushima nada cambia; cuando desaprovechamos el potencial que tenemos para realizar la revolución energética que el clima y la economía necesitan; cuando se sigue subvencionando formas de energía sucia que alimentan el cambio climático; cuando se destruyen las costas, uno de los bienes más valiosos que tenemos; cuando somos los únicos que cultivamos transgénicosa escala comercial de Europa... ¿cómo quedar de brazos cruzados?
Nosotros no lo hacemos. Nosotros montamos campañas serias, basadas en datos científicos y técnicos, movilizamos, sensibilizamos, informamos, difundimos... y cuando no nos escuchan, actuamos de forma no violenta. Actuamos en el lugar de los hechos para confrontar a los y las que están en posiciones de poder y permiten que los abusos continúen. Actuamos para elevar el nivel y la calidad de conocimiento que tiene la opinión pública. Y, sobre todo, actuamos para provocar una decisión que haga que el cambio sea posible.
Nuestras acciones directas no violentas son vitales para nuestras campañas y sólo son posibles si personas concretas, enfrentadas a ese dilema ético, deciden actuar y parar ayudar a parar la destrucción del medio ambiente.
Miren Gutiérrez, directora ejecutiva de Greenpeace España
(Publicado originalmente en Diario Vasco)