Hay que ver con qué celeridad corren los líderes mundiales en socorro de los banqueros en dificultades. Dejando en casa la ideología, unos y otros se aplican para poner tantos recursos públicos como sea necesario para evitar el hundimiento del sistema financiero. Dicen que es el por el bien de todos. Vale. Pero....¿por qué no se actúa así contra la crisis ecológica o contra la pobreza?
Lo malo no es sólo que los gobiernos no actúen, sino que el medio ambiente va a ser una víctima real de esta crisis. Y con él, los más vulnerables: los más pobres. De hecho ya anuncian rebajas en las tímidas políticas ambientales de la Unión Europea como consecuencia de esta situación. "No queremos que las empresas paguen las factura" dice Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea. Claro, mucho mejor seguir destruyendo un patrimonio que es de todos, luego ya se verá cómo se arregla....Lo malo, señor Durao, es que la destrucción de medio ambiente no se resolverá luego con dinero, porque en muchos aspectos es irreversible, y cada vez lo será más.
En realidad esto ya lo habíamos vivido en España con la eliminación por parte de Zapatero del Ministerio de Medio Ambiente, y los sucesivos capítulos de pérdida de peso de lo ambiental en la política española que también hemos ido narrando puntualmente en este blog.
Hablaba mi colega Alfredo Merino en su último post de la tristeza de los ecologistas. No es para menos. Fijate, Alfredo, en qué paradoja nos encontramos: nada hay más público, más de todos, que el aire, el sol o el agua. Pero no tiene autoridad pública que quiera defenderlo. Los mismos gobiernos que acuden prestos a defender a la banca, reducen la protección ambiental.
Para comparar la rapidez de reacción entre un caso y otro pensemos en la Cumbre de la Tierra - Río de Janeiro, 1992-. Los líderes de todo el mundo se comprometen a poner freno a la crisis ambiental. Desde entonces se entró en lentísimos procesos de discusión que no nos han llevado muy lejos, mientras continúa imparable la degradación. Basta mirar cada día los titulares de la prensa para darse cuenta. Simplemente no ha habido voluntad política, ni liderazgo para hacer frente al cambio climático, la pérdida de biodiversidad o la desertización.
Es una pena, por que hay un potencial de desarrollo inmenso en las políticas ambientales. Probablemente los mayores yacimientos de empleo se encuentren hoy en sectores como las energías renovables, el reciclaje o la protección y gestión de espacios naturales. Pero nada de esto ocurrirá si en vez de impulsarse, se le pone freno a ese potencial.
Juan López de Uralde, director de Greenpeace España