Hay que ver cómo cuesta ponerse a escribir un domingo por la mañana después de dormir poco y mal. La razón podría ser salir a bailar con la tripulación ayer noche, pero sucedió todo lo contrario. Para que ellos pudieran divertirse, algunos españoles nos ofrecimos para hacer las guardias. Y la mía de 4 a 8 de la mañana, quitando el espectáculo del amanecer, sin duda ha sido la más aburrida. En un puerto privado no hay mucho movimiento por la noche y a las 4 ya estaban todos durmiendo o machacando los timbales en el salón así es que “sin novedad en el puente”. Por suerte el domingo es el único día en el que no hay que levantarse a las 7:30. El resto de días a las 8 todos haciendo limpieza general. Y yo pensando: “en cuanto acabe me voy a dormir una horita más, que esta gente acaba de trabajar a las cinco y nosotros hasta las diez tendremos visitantes”. Pero bueno, las normas son las normas, y en un barco aún más estrictas, pero difíciles de compaginar con nuestro horario de trabajo español. Si no que se lo pregunten a Gonzalo o a Celia, que decidieron hacer siesta el viernes para coger fuerzas para la tarde y todavía se repite en su cabeza el sonido de una radial mezclada con el primer disco de los Oryshas a todo trapo, a escasos 3 metros de su camarote, “c'est la vie” a bordo.
Después de tres días de puertas abiertas con los vecinos de Mallorca, hoy cerramos. La gente se ha ido animando progresivamente y la cola que ayer echábamos de menos hoy no deja de crecer, esperamos poder atender a todos. Aquí en Mallorca hay que estar preparados para todo. El primer día preguntamos a los voluntarios quién se atrevería por si acaso a hacer la visita en inglés y hasta ahora he oído ya varias en inglés, en alemán, en mallorquín, en castellano y una en francés. ¿Polivalentes? Creo que más bien afortunados de la diversidad de voluntarios. Nadie se ha quedado sin visita personalizada.
Han sido tres día intensos trabajando codo con codo con los compañeros y compañeras del Grupo Local de Mallorca, y la sensación general es muy positiva. Todos nos sentimos un poco especiales subiendo a un barco como el Artic, y creo que para ellos, poder mostrar el barco a su gente es aún más motivador y les hace sentirse aún más partícipes y responsables con la organización. (Ojalá pudiéramos compartir experiencias como estas con todos los grupos de Voluntariado, habrá que buscar alternativas.) Es curioso ver como aquellos que el primer día se sentían más cómodos ayudando a la gente en la pasarela o en la cola, han acabado guiando a grupos de lo más variopinto por el barco con soltura de veteranos. Aunque para veterana, nuestra amiga Carmen, la técnico de la campaña de contaminación que ha pasado 3 días en a bodega contando una y otra vez qué es la Contaminación, qué denunciamos en nuestro informe y porqué está el barco en la isla. Y todo sin perder el entusiasmo y la sonrisa, y eso, trabajando cara al público no es poco. Muchas gracias a Carmen, Celia, Ara... y todos los compañeros y compañeras de Mallorca por hacernos sentir que en esta lucha por cambiar las cosas seguimos siendo muchos y buenos. Y eso va dando inevitablemente sus frutos.
Quique Soler, coordinador de voluntariado de Greenpeace.
* Web Contaminación
* Acción de Greenpeace en Tarragona