Hoy es un día de celebración. Dos años después, el Tribunal de arbitraje sobre el Derecho Internacional del Mar ha resuelto que el abordaje y detención del Arctic Sunrise en el Ártico y la detención de 28 activistas y dos periodistas fue ilegal. Resuelve el Tribunal que ni somos piratas, ni vándalos ni se produjo acto de terrorismo.
La historia comenzaba en las aguas árticas del mar de Barents el 19 de septiembre de 2013. El barco rompehielos de Greenpeace, el Arctic Sunrise, protestaba de forma pacífica contra la empresa Gazprom, que a través de su plataforma petrolífera Prirazlomnaya lidera la extracción comercial de petróleo en el Ártico. A pesar de que el Gobierno holandés denunciaba el abordaje y detención ilegal del buque que enarbolaba su bandera, Rusia retuvo durante tres meses a los activistas y durante un año más al Arctic Sunrise.
Durante los meses que duró la detención ilegal, las acusaciones de piratería, de vandalismo e incluso de llevar drogas a bordo aparecían en los medios de comunicación rusos, acusaciones que llevaban una pena mínima de siete años de prisión para los activistas. Una amnistía del Gobierno de Putin, previo a los Juegos Olímpicos de Invierno, liberaba sin retirar los cargos a los activistas, a los periodistas e incluso a las Pussy Riots.
Gracias a la defensa de nuestra actividad que ha realizado el Gobierno holandés, el Tribunal de arbitraje dependiente de Naciones Unidas resuelve de forma contundente. El abordaje y detención del Arctic Sunrise fue ilegal. Y se debe compensar por los daños morales y materiales a Holanda y por ende a Greenpeace.
De todo el texto de la resolución, nos quedamos con una frase: “El Tribunal observa que la protesta en el mar es una actividad lícita en relación con la libertad de navegación”. Esto significa que se puede protestar contra las prospecciones petrolíferas en cualquier mar del mundo. Incluyendo el mar de Canarias.
Este dato es muy importante porque hoy, la Fiscalía española, a través de un informe de la Armada acusa a una activista, Matilde Brunetti, de piratería por protestar contra las prospecciones petrolíferas que Repsol llevó a cabo el pasado otoño. A pesar de que ella resultaba grávemente herida por las embarcaciones del barco de guerra de la Armada Española “Relámpago”, la Fiscalía, en defensa a ultranza de la actividad de Repsol acusa a Matilde de piratería.
No sabemos aún si Rusia cumplirá con la sentencia e indemnizará a los activistas, a Holanda y a Greenpeace por los daños morales y materiales causados. Lo que sí sabemos es que se ha sentado un precedente importantísimo para la protesta pacífica en alta mar. Una sentencia que las autoridades españolas deberían leer detenidamente.
Hoy el mismo barco, el Arctic Sunrise, está el Círculo Polar Ártico, al noreste de Groenlandia siendo testigo de las prospecciones sísmicas que se están llevando a cabo. Gracias a nuestro barco llegamos dónde la sociedad civil no puede llegar para que la actividad de las petroleras no pasen desapercibidas y para seguir denunciando la destrucción de nuestros mares. Porque la protesta pacífica en mar y tierra es un derecho y así lo avala el derecho internacional.
¿Qué puedes hacer tú?
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