El viernes decía el Ministro que “veía a Greenpeace en la ignorancia o la mala fe” sobre la Ley de Costas Y apostillaba que incluso no nos habíamos leído la ley porque “es una ley que no permite nuevas construcciones”.
No hace falta insistir que sí nos hemos leído la Ley junto a los cuatro abogados y abogadas que nos han ayudado durante todo este proceso que ha durado año y medio. Y que nuestra mala fé no es otra que la defensa a ultranza del medio ambiente.
Quizás el Ministro piensa que tampoco se han debido leer la nueva Ley de Costas ni el Colegio Oficial de Geógrafos ni de Geólogos, expertos nada ignorantes de la situación científica y la falta de criterios de la nueva norma.
Tampoco se la ha debido leer este catedrático de Derecho, que ve innecesaria la cláusula anti-algarrobicos, o estos expertos en Derecho que vaticinan una marea de litigios en la costa o este catedrátrico en Ingeniería Hidráulica que habla de la falta de critérios científicos en la nueva Ley
Y mucho menos UGT que critica que la Ley deteriorará el litoral y el turismo cántabro a medio y largo plazo
O la Junta de Andalucía o el Gobierno de las Islas Canarias que están estudiando recurrir la Ley por inconstitucional. O el gobierno del Principado de Asturias que ha tildado la nueva Ley de Costas como “arma de destrucción masiva” O todos los partidos de la oposición del Congreso de los Diputados que votaron en contra de la Ley, excepto CiU quizás contento por la amnistía a las ciudades navegables de Cataluña.
Sin embargo, sí se han debido leer la nueva Ley los directivos de ENCE o los del hotel Oliva Beach que se han apresurado a celebrar la nueva de Ley de Costas.
Debe haber una falta de lectura importante en los sectores de la sociedad descritos arriba y mala fe, no sólo en la de Greenpeace.
Greenpeace España