Hoy es el día internacional de la mujer y esta misma semana se cumplirá el quinto aniversario del accidente nuclear de Fukushima, por ello queremos sacar a la luz la experiencia y el trabajo de muchas mujeres que han afrontado esta situación, de manera proactiva y solidaria.
Realistas, prácticas, trabajadoras, eficaces, estos y otros adjetivos son los que describen el trabajo de las mujeres día a día y, también, ante las situaciones difíciles como una catástrofe nuclear.
Tarachine, Radiation Measuring Center, es una organización sin ánimo de lucro en la ciudad de Iwaki en la Prefectura de Fukushima. La radiación es invisible. No se puede ver. Y el miedo a lo desconocido es peor que el de lo conocido, así lo entiende la doctora Kaori Suzuki, que es la fundadora de Tarachine.
Kaori Suzuki, junto con todos los voluntarias y voluntarios, comprenden realmente la situación y las preocupaciones de las personas, en particular las madres de la zona, y con la ayuda de otras organizaciones, que también están lideradas por mujeres, han montado un laboratorio al alcance de cualquier bolsillo.
"Para superar el miedo a la contaminación radiactiva y la ansiedad que provoca, creemos que es necesario comenzar con correctos reconocimientos médicos, porque es un anacronismo evadir esta realidad engañándonos a nosotros mismos con falsos ideales, cuando realmente estamos en un área con una terrible, peligrosa e invisible contaminación", estas son las motivaciones de la Doctora Kaori.
En Tarachine se examina a las personas, madres que llevan a sus hijas e hijos. Llegan hasta allí para hablar de sus preocupaciones libremente sin tener que ser juzgadas por ser obsesivas sobre los riesgos de la radiación nuclear. La prueba de tiroides es gratuita para las niñas y niños y cuesta unos 1000 yenes (aproximadamente 10 dólares) para los adultos.
Visité este laboratorio la semana pasada, y vi como tenían muestras de algas que los pescadores toman del mar y llevan allí a analizar, muestras de suelos de patios de colegios, muestras de cortezas de árboles. La doctora Suzuki me explicó que también los trabajadores de la central nuclear acuden para hacerse análisis. A pesar de que el espacio es muy reducido, ha encontrado la manera de habilitar un rincón para niñas y niños.
Todos los resultados de las analíticas que hacen son públicos y alcanzan los mayores estándares científicos. En una sociedad como la japonesa, donde la confianza en las autoridades era muy grande y el movimiento asociativo no tiene el empuje que en otros lugares, que sean las mujeres las que enarbolan este tipo de trabajos colaboracionistas, independientes y vanguardistas para proteger su salud y su territorio, aprendiendo a monitorear y a comprender el riesgo de los distintos niveles de radiación en alimentos y sus comunidades, tiene una gran importancia.
Las mujeres están trabajando, ayudando, haciendo que la ciencia y la solidaridad vayan de la mano, para resolver problemas... problemas tan graves como una catástrofe nuclear.
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